Desde el 8 de septiembre de 1886, cuando el entonces obispo de la Diócesis de Querétaro, monseñor Rafael Sabás Camacho instituyó la peregrinación anual de Querétaro al Tepeyac, hasta este año de 2013, miles de hombres y mujeres han hecho el camino de más de 200 kilómetros hasta los pies de «la morenita del Tepeyac», como le gustaba decirle a la Virgen de Guadalupe el beato Juan Pablo II.

Con algunas interrupciones por guerras intestinas y persecución religiosa, se llegó este año a la edición 123 de le peregrinación más antigua, mejor organizada y más numerosa de México, país eminentemente guadalupano.

El equipo de Aleteia-El Observador ha realizado un video excepcional que en apenas siete minutos de duración, capta los pormenores de la peregrinación de Querétaro a la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México.

La «misa de envío» fue presidida por el obispo de Querétaro, monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, quien además caminó largo trecho, celebró la eucaristía y confesó a los peregrinos en varias estaciones del trayecto, al igual que varias decenas de sacerdotes que se dan cita, año con año, en la conducción espiritual de los cien mil peregrinos, hombres y mujeres, que terminan su trayecto una semana después, en la Basílica de Guadalupe, donde se encuentra el lienzo milagroso de San Juan Diego.

Esta misa de envío se celebra a las 4 de la mañana del día domingo, una semana antes de la llegada al santuario mariano más visitado del mundo. Se hace en el Templo de la Congregación, en Querétaro, construido en el año de 1680 y considerado como el segundo santuario guadalupano más importante de México.

Desde ahí, las columnas de hombres toman hacia el sur la carretera federal 57, la carretera central de México, para recorrer, en siete días, el trayecto de poco más de 200 kilómetros que separan a los dos templos guadalupanos, el de la Congregación en Querétaro y la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.
En el trayecto pueden verse escenas realmente conmovedoras, de un heroismo callado, de un amor indestructible por aquella que le dijo al indígena Juan Diego, cuando se preocupaba por la enfermedad de su tío Juan Bernardino, «¿no estoy yo aquí que soy tu madre?»
En realidad, la Virgen de Guadalupe es la madre de todos los mexicanos. Y algunos de ellos dan su testimonio de fe y de conversión a partir de realizar, cada año, la hazaña de postrarse a sus pies. El documento presentado a continuación, recoge el testimonio de un peregrino de 76 años de edad que ha hecho el trayecto sin interrupción los últimos 62 años, como herencia de su padre y heredada a quienes caminan con él: sus hijos y sus nietos.

Hay dos columnas: la de hombres y la de mujeres, mismas que se juntan a la llegada al Tepeyac, donde el obispo Armendáriz Jiménez las recibió y celebró la eucaristía con ellas primero y con los hombres, después.

Mención especial merecen los peregrinos que parten con una semana de anticipación a los que salen de Querétaro, pues duran 16 días desde lo más profundo de la Sierra Gorda, en los límites entre los estados de Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí, desde un lugar conocido como Neblinas.

Todos ellos forman una gran corriente de amor desinteresado, de entrega y devoción mariana que se puede ver en este excepcional documento.

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