«La alegría de Dios es perdonar», dijo el Papa Francisco este domingo, antes de iniciar el rezo del Ángelus, haciendo alusión a la liturgia de la Palabra, donde se leyó el capítulo 15 del Evangelio de san Lucas, con tres parábolas de la misericordia: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y la del hijo «pródigo», y explicó que estas tres parábolas hablan de la alegría de Dios, que es perdonar. En el perdón está todo el Evangelio y el Cristianismo, pero «no se trata de ostentar buenos sentimientos, sino misericordia».

Por esta razón el Papa recordó una vez más que Jesús es todo misericordia y que la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del «cáncer» del pecado, del mal moral y espiritual. Puesto que sólo el amor llena los vacíos, los abismos negativos que el mal abre en los corazones y en la historia.

El Santo Padre también advirtió acerca del peligro que implica nuestra presunción de ser «justos», de juzgar a los demás e incluso a Dios, perché pensamos que Él debería castigar a los pecadores y condenarlos a muerte, en lugar de perdonar. «¡Entonces sí – exclamó el Papa – que corremos el riesgo de permanecer fuera de la casa del Padre!». Y destacó que «si vivimos según la ley del ‘ojo por ojo, diente por diente’, no salimos de la espiral del mal».

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