Por Francisco Xavier Sánchez, sacerdote /

Estamos en las últimas horas del 2013 y en vísperas de estrenar el 2014. Vivimos en una sociedad que nos ha acostumbrado a estrenar, cambiar, adquirir, y dar vuelta al pasado lo más pronto posible. Sin embargo lo esencial de la vida no cambia tan rápido. No basta con tirar la última hojita del calendario 2013 para colgar en su lugar el del 2014 y empezar “todo” de nuevo.

Las cosas grandes en la vida no conocen de cambios o de “saltos” cronológicos. Uno se despierta amando, o peor aún guardando los mismos rencores, que se tenían unas horas, minutos, segundos, antes de que terminara el año. El vino se añeja dulce y discretamente, sin sobresaltos o precipitaciones.

Gracias Señor por lo que me has permitido vivir hasta ahora. En los días, semanas, meses y años que he vivido. Penas, alegrías, tristezas, esperanzas, en fin …, diferentes momentos, situaciones, estados por lo que he ido pasando y en los que he tratado de seguirte.

Un nuevo año comienza. La vida continúa. Que la experiencia acumulada hasta ahora nos sirva para hacer frente a los retos, desafíos y oportunidades que los próximos doce meses del 2014 nos presenten.

Porque me parece que en eso consiste la sabiduría: en envejecer sabiendo vivir los acontecimientos nuevos a partir de la experiencia del pasado. En buscar no repetir los antiguos errores, en tirar a la basura aquello que no sirve para nuestro crecimiento humano y conservar aquello que sí vale la pena. En amar más y más cada día hasta correr el riesgo de desaparecer nosotros mismos en el amor dado.

¡Feliz año nuevo! Es decir feliz búsqueda de Dios en sus vidas. Que los buenos esfuerzos hechos por ustedes hasta el día de hoy puedan seguir dando sus frutos. Que las cosas malas, desagradables, o tristes, vividas en los años anteriores, queden en el olvido. Que sólo el Bien prospere y siga creciendo en sus vidas, hasta llegar a ser santos, que es lo que el Señor espera de cada uno de nosotros.

Por favor, síguenos y comparte: