Por Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco /

Estamos concluyendo el año 2013, marcado por algunos hechos relevantes que requieren aún nuestra atención y nuestra responsabilidad. Hechos que trascienden al momento en que suceden y que pueden ser orientados hacia una dirección de manera constructiva.

Un primer hecho, quizá el que ha tenido más impacto social fue el desastre causado por la tormenta tropical Manuel, que puso a prueba las capacidades de la sociedad y de los gobiernos para  generar respuestas adecuadas en el tiempo de la emergencia y en la posterior etapa de la reconstrucción. Este evento puso al descubierto carencias, fallas y corruptelas pero ha sido una oportunidad para superar rezagos ambientales, económicos y sociales. Todavía hay pendientes que necesitan ser atendidos como comunidades afectadas que continúan en condiciones de emergencia y todo el proceso de reconstrucción, que incluya a la sociedad misma.

Otro hecho relevante ha sido el caudal de reformas legislativas que el gobierno federal ha realizado para estar en condiciones de llevar adelante su Plan Nacional de Desarrollo. Algunas de las reformas han sido fuertemente cuestionadas por algunos sectores de la sociedad que tienen visiones diferentes de lo que el país necesita. Es de esperar que en este año 2014 se dé la oportunidad de probar si las reformas benefician o hacen daño al país.

Por otra parte, la situación de inseguridad y de violencia se mantiene en el estado de Guerrero, generando mucho dolor más en unas regiones que otras. En Acapulco se ha dado una disminución de asesinatos en relación a años anteriores pero continúan las extorsiones y los secuestros. En otras regiones como Chilpancingo, la Sierra y Tierra Caliente se siguen dando situaciones de crisis que han desencadenado desplazamientos forzados muy visibles. Es de esperar que las autoridades puedan atender este tema de una manera más integral.

Como reacción social ante la inseguridad y la violencia hubo movilizaciones sociales de autodefensa que surgieron del hartazgo de la población ante los abusos excesivos de las organizaciones criminales y ante la ineficacia de las autoridades para dar seguridad a los ciudadanos. Afortunadamente, mediante el diálogo estos movimientos han ido evolucionando para convertirse en un sistema ciudadano de seguridad, que se espera sea reconocido como un aliado para este tema. Se necesitan procesos de diálogo para que la Policía Comunitaria de la CRAC y las policías ciudadanas de la UPOEG, como expresiones de participación ciudadana, sean reconocidas como factores de desarrollo y de paz social.

Se necesita un esfuerzo mayor de las autoridades para generar vínculos con la sociedad para acertar en estrategias de atención a los problemas de Guerrero. Y la sociedad necesita involucrarse más en estas soluciones. Se requiere confianza y diálogo para que podamos remontar nuestros males y para construir la paz, como un bien universal.

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