Por Juan Gaitán |

Nuestra Señora de Guadalupe, a quien festejamos el día de hoy, es una advocación de la Virgen María que ha sido asumida por el pueblo mexicano, por la gran mayoría de la Iglesia católica de México. Es un verdadero milagro el modo como Nuestra Morenita ha acercado a millones de familias a Jesucristo, a una vida de fe.

La  Virgen de Guadalupe: Modelo para la Iglesia de México

En la Parte 1 de este texto, decía que la Iglesia desde sus inicios ha encontrado en la Virgen María un modelo. Con esta base, me permito en esta segunda parte realizar la siguiente analogía: Si María es modelo para la Iglesia universal, la advocación de Guadalupe, propia de México y de América Latina, ha de ser un modelo a seguir para la Iglesia de este país. Y me pregunto: ¿Qué rasgos es posible notar en María de Guadalupe para nuestras parroquias, para nuestros modos de construir la Iglesia?

Evangelización desde abajo, para los de abajo: La Guadalupana se apareció en el Tepeyac a Juan Diego para pedirle la construcción del templo. ¿No habría sido más fácil aparecerse directamente al Obispo? Para llegar al pueblo indígena, prefirió a un hombre humilde, sencillo.

Habla el lenguaje del pueblo: La Morenita no habló el idioma de los españoles a Juan Diego, mucho menos el Latín de la Liturgia de aquel tiempo, sino su propia lengua. ¿Qué nos implicaría esto como Iglesia de México si tomamos a María como modelo?

Una figura inculturada: La imagen de la Guadalupana tiene muchos significados para el pueblo que la recibió y que han sido ya bastante explicados. Flores, rayos, estrellas, un manto sencillo, ¡el color de piel! Es la Madre de Dios inculturada a la realidad de Juan Diego.

Sale al encuentro en el camino: La Virgen no esperó a que Juan Diego fuera a misa o se acercara a rezar al templo. Más bien salió a su encuentro en el camino para hacerle llegar su mensaje.

Visita a sus necesitados: La Morenita no se hizo de la vista gorda cuando Juan Diego le habló de su tío enfermo, sino que fue prontamente a visitarlo.

Habla con ternura, pero propone grandes retos: El diálogo entre La Guadalupana y Juan Diego estuvo lleno de profunda ternura, sin embargo, la tarea que propuso la Virgen al más pequeño de sus hijos, no fue nada sencilla. Se puede ser tierno y llevar a cabo grandes tareas.

¿No estoy aquí yo que soy tu madre?: La frase habla por sí sola. Una Iglesia que pueda decir a sus fieles en medio de las dificultades ¿no estoy yo aquí que soy tu madre Iglesia?

Insiste en hacerse llegar a los necesitados: A pesar de la negativa de Juan Diego, que  pide a la Virgen busque otro embajador, ella insiste en que sea su intermediario para promover la construcción del templo.

Estos son sólo algunos de los rasgos que se pueden observar en el modo de actuar de María de Guadalupe y que son modelo para la Iglesia de México. Hoy que celebramos su fiesta, podemos preguntarnos: ¿Cuáles de estos rasgos vivo ya? ¿Cuáles me hacen falta? Que María de Guadalupe nos lleve al encuentro de los demás, según el modelo propio y auténtico que nos dejó hace casi quinientos años.

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