Por Ramón Martínez de Velasco

La noche del 21 al 22 de marzo de 1946 fue abierto el cristal que resguarda la Sagrada Imagen de Guadalupe, en la antigua Basílica del Tepeyac. Esta fue la primera acción con la que, meses después, se produjo la única Estampería Guadalupana “que lleva una certificación y recomendación del Excmo. Señor Arzobispo Primado de México, Dr. don Luis Ma. Martínez y Rodríguez” (1881-1956).

Esta breve pero rica historia es prácticamente inédita. Ahora la escribo en exclusiva para el semanario El Observador de la Actualidad. Espero que sea del gusto e interés de los lectores.

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Don Alfonso Martínez de Velasco Díaz Barriga nació en la ciudad de Puebla, en 1918.

Muy joven se trasladó a la Ciudad de México, donde se dedicó a la litografía, un procedimiento de impresión hoy casi en desuso, salvo para la duplicación de obras artísticas.

Guillermo su hermano, buen dibujante él, lo introdujo a aquel oficio, considerado entonces una pieza importante dentro del engranaje de las llamadas ‘artes gráficas’. (De Guillermo, mi familia conserva un dibujo suyo al carbón: un Cristo doliente, llorando sobre su cruz.)

Su trayectoria como litógrafo, dibujante y fotógrafo, además de una dosis de buena suerte, pusieron al joven veinteañero Alfonso frente a un grupo de especialistas y profesionistas que lo tomaron en cuenta e invitaron para llevar a cabo una misión que don Luis María Martínez y Rodríguez, Arzobispo Primado de México de 1937 a 1956 y custodio de la Venerada Imagen de la Virgen de Guadalupe, encargara al tapatío Manuel Garibi Tortolero, destacado propagador de la historia e imagen guadalupanas.

La comisión encargada al señor Garibi Tortolero consistió en reproducir, con exactitud, la imagen original de Nuestra Señora de Guadalupe, resguardada en la antigua Basílica del Tepeyac, con dos objetivos.

El primero, “facilitar las Entronizaciones de Nuestra Señora de Guadalupe y difundir, así, su devoción”, según explicó él mismo a la Revista Guadalupana Histórica Literaria Mensual Ilustrada (Año VIII, Núm. 92, Julio de 1947). El segundo, continuar con las obras de restauración de la Catedral Metropolitana, a cargo de la Comisión Diocesana de Arte y Decoro (creada por el Arzobispo Luis María Martínez y Rodríguez), mediante donativos de personas generosas que, a cambio, recibirían una estampa de 60 x 90 centímetros de la Sagrada Imagen Original de Nuestra Señora de Guadalupe, cuya efigie fue fotografiada directamente, a cristal abierto, la noche del 20 al 21 de marzo del año 1946.

Para cumplir con la tarea encomendada, el también delineador artístico Manuel Garibi Tortolero se rodeó “de un selecto grupo de personas, con notable capacidad en sus diversas especialidades”: técnicos fotocromolitógrafos, profesores de fotografía, dibujantes litógrafos, consultores y correctores de tonalidades, que trabajaron bajo la dirección del “eximio pintor don Eduardo Castaño, director artístico de la delicada técnica colorística”.

El equipo de colaboradores que participó en la reproducción fotográfica, cotejo y corrección de tonalidades de la Imagen Original, estuvo conformado por Jesús Castaño Wilhemy (fotocromolitógrafo, especialista en la selección a color), Salvador Gómez Tagle y Alfonso Marcué González (profesores de fotografía), Francisco Alegre (dibujante litógrafo), Juan de Mata Pacheco (consultor de tonalidades), Carlos Salinas (dibujante), Alfonso Martínez de Velasco Díaz Barriga y Alfonso Reynoso (dibujantes litógrafos y coloristas), quienes en todo momento contaron con el apoyo de don Emilio Alvaradejo Aragón, “alto empleado de la Basílica”, según se cita en la Revista Guadalupana Histórica Literaria Mensual Ilustrada, que en su número 92 correspondiente al mes de julio de 1947 anuncia a sus lectores lo siguiente: ‘Las nuevas Estampas a colores de la Sma. Virgen de Guadalupe son las que más se acercan al Sagrado Original’.

A partir de la página 15 esta publicación dedica su espacio al tema, del cual extraigo algunos fragmentos, respetando en lo posible la redacción original:

“Tengo la satisfacción de comunicar a los lectores una noticia que reviste mucho interés, porque se trata de algo que tiene gran importancia Guadalupana y, por lo mismo, es altamente simpático para todo el pueblo mexicano. Quiso mi buena fortuna que un amigo me mostrase una nueva estampa de la Sma. Virgen de Guadalupe, y con grata sorpresa noté que es hermosísima, de una exactitud y belleza excepcionales, muy superior a cuantas hasta ahora había visto. Y habiendo sabido que se debe a los esfuerzos del conocido guadalupano tapatío don Manuel Garibi Tortolero, logré entrevistarlo para conocer datos auténticos acerca de dichas Estampas”.

¿Puede usted informarme si esas imágenes se han hecho con algún objetivo especial?

Sí señor. Son para facilitar las Entronizaciones de Nuestra Señora de Guadalupe y difundir, así, su devoción.

 ¿Y por qué emprendió usted esta obra?

Porque el Excmo. Señor Arzobispo Primado de México, Dr. don Luis Ma. Martínez y Rodríguez, y de acuerdo con el Comité Ejecutivo Episcopal, se dignó honrarme nombrándome comisionado para que se hiciesen.

 ¿Y qué hizo usted para cumplir el encargo?

Busqué la cooperación de los mejores elementos artísticos y técnicos y logré reunir un selectísimo grupo de personas de notable capacidad en sus diversas especialidades, lo cual ha sido una de las principales razones por las que se ha obtenido un éxito tan brillante.

 ¿De qué tamaños se harán las Estampas?

Por ahora tan sólo de 60 x 90 centímetros.

 ¿Y qué clase de sistema es el escogido?

La litografía sistema Offset, a nueve tintas.

 ¿Cómo se procedió para lograr unas estampas tan hermosas o tan parecidas a la Imagen Original?

En marzo del año pasado (1946) se tomaron numerosas fotografías de 36 x 57 centímetros, en placas pancromáticas de separación de color, cada una de las cuales capta únicamente lo que de aquel color tiene el modelo retratado. Así se obtienen, por ejemplo, placas amarillas, de azul fuerte, azul pálido, rojo, rosa, etc., que combinadas se utilizan para obtener las estampas policromas (de colores) en litografía Offset, que da una maravillosa reproducción del modelo siempre y cuando se haga con esmero y por personas muy hábiles.

 ¿Cuándo se tomaron las fotografías?

El 20 y 21 de marzo de año pasado (1946), estando la Sagrada Imagen Original con el cristal abierto. Son placas negativas pancromáticas (un tipo de película fotográfica en blanco y negro, sensible a todas las longitudes de onda del espectro visible. Las placas pancromáticas tenían que trabajarse en la oscuridad).

¿Desde abajo se tomaron?

No señor. A nivel, pues se instaló un envigado y se subió una cámara enorme de taller de Offset. El Busto de Nuestra Señora de Guadalupe se tomó de tamaño natural, lo que jamás se había realizado.

 ¿Qué luz se utilizó?

Dos potentísimos focos de arco, de la llamada ‘luz solar’, porque su espectro es igual al del Sol.

 ¿Está usted satisfecho del resultado de sus labores?

Completamente, porque el rostro de la Estampa tiene un parecido notable con esa indefinible expresión de cariño maternal y esa belleza que se observan en el Original. El color del rostro es rosado grisáceo, como se ve de cerca. No gris tórtola, como se ve de lejos. El éxito ha superado a mis esperanzas y lo juzgo como un inmenso beneficio que me ha concedido la Santísima Señora, Verdadera Madre de los mexicanos.

 ¿Por qué fue tan dilatada la labor?

Porque trabajábamos con minuciosidad extraordinaria. Y hablo en plural, porque como delineador artístico que soy coadyuvé con algún trabajo personal. Si me lo permite, algunos detalles le darán a usted una idea sobre el cuidado y minuciosidad empleados:

La noche del 21 al 22 de marzo de 1946 se tomaron las fotografías directas de la Sagrada Imagen Original, en placas pancromáticas. Un sólido envigado se colocó en el altar de la Basílica de Guadalupe. La fuente del intenso alumbrado provino de cuatro fotolámparas de 2,000 vatios cada una; es decir, se emplearon 8,000 vatios, que ofrecían una claridad mayor que la del Sol al mediodía.

Sobre el andamiaje, de 5 metros por lado y 4 toneladas de resistencia, se colocó una cámara fotográfica de taller de Offset y directamente se imprimieron 34 placas de cristal pancromáticas. De esas tomas directas se obtuvieron nueve colores, según el procedimiento de ‘litografía Offset’, suficientes para un resultado incomparable en las impresiones.

La enorme cámara necesitó un calabrote (cabo grueso formado por nueve cordones trenzados en grupos de tres) desde la bóveda, una polea y seis hombres para ser izada.

Los Bustos se tomaron con el objetivo (de la cámara) a 96 centímetros de la Imagen Original, con el cristal abierto.

Las placas de mayor tamaño, tomadas por otras personas, fueron de 12 ½ x 18 centímetros. Las nuestras miden 36 x 57 centímetros.

Al marco de la Efigie se adhirieron tiras de papel como ‘testigos de color’ para comparar tonalidades. Contenían la escala de grises: del negro profundo al blanco, y la escala cromática del espectro solar.

Para el cotejo y rectificación de tonalidades se emplearon tres meses y se usaron andamios especiales, frente a la Imagen Original, lo que jamás se había hecho.

Todo lo anterior quiere decir que ya pueden tenerse reproducciones fieles de la Sagrada Imagen. Fue, en efecto, una labor costosa, pero que resultó perfecta:

¿A qué precio van a venderse las Estampas de 60 x 90 centímetros?

A ninguno, porque son especial y exclusivamente para la Comisión Diocesana de Arte y Decoro, encargada de las obras de restauración de la Catedral (Metropolitana). No se venden, sino que se obsequiarán a las personas generosas que hagan algún donativo para las obras. Al entregar las imágenes quedamos libres de todo compromiso el señor Eduardo Castaño y yo, porque las utilidades o productos que hubiere los hemos cedido.

 ¿Cuál es el importe del donativo que hay que hacer para recibir el obsequio de una Estampa?

La Comisión fijó el donativo mínimo en 15 pesos. Las Imágenes que se pidan de fuera se enviarán francas de portes, por 16 pesos.

 ¿Qué han opinado los pintores que han visto las Estampas?

Les han agradado. Uno dijo que es la mejor reproducción realizada hasta hoy.

 ¿Sería usted tan amable de mostrarme las fotografías que están en la mesa?

Con todo gusto. Son la prueba gráfica del esmero con que se ha procedido para lograr estas Estampas excepcionales, que marcan un gran progreso en la Estampería Guadalupana porque se ejecutaron cuestiones que jamás se habían hecho: fotografiar el Rostro y el Busto de la Santísima Señora a su tamaño natural, sin amplificaciones y a nivel; ejecutar todas las correcciones y cotejos que demandan las placas pancromáticas frente a la Imagen Original, y no en un taller, como sucede para las estampas ordinarias. No, Aquí contamos con auténticos pintores y artistas de renombre que ejecutaron el delicadísimo cotejo de tonalidades en la Basílica misma. Esto que digo es muy importante, porque un cotejo así lo hacen siempre dibujantes, pero no pintores, en talleres y valiéndose de alguna otra estampa, o a lo más, en alguna copia al óleo. Pero nunca ante la Imagen Original. Por nuestra parte, estas delicadas labores requirieron de varios meses de trabajo, en la Basílica, y por las noches, para no interrumpir el culto. De marzo de 1946 a febrero de 1947, todas las noches, se trabajó frente a la Imagen Original para la corrección y cotejo de tonalidades de las placas fotográficas pancromáticas destinadas a la impresión, a nueve colores, de las Estampas en Offset.

Aquella “prueba gráfica” a la que se refirió el maestro Manuel Garibi Tortolero fue custodiada también por don Alfonso Martínez de Velasco Díaz Barriga, y es la que muestro aquí a los lectores de El Observador de la Actualidad.

Sólo se habían publicado en el año de 1947, en la referida Revista Guadalupana Histórica Literaria Mensual Ilustrada, de la cual también guardó un ejemplar.

Entre las hojas también guardó un recorte. Se trata de una nota publicada en el diario Excélsior (1947), donde se lee lo siguiente: ‘Se logró la reproducción exacta de la imagen guadalupana’.

“Una gran noticia para los católicos de México y del mundo entero: por primera vez se ha logrado reproducir, con la más admirable exactitud, la Venerada Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Como es sabido, muchos intentos se hicieron en este mismo sentido, con escasa fortuna. Los pintores de las distintas escuelas y épocas, desde los tiempos que siguieron inmediatamente a las Apariciones, intentaron retener en telas los colores de la tilma de Juan Diego. Pero aun las obras más perfectas desmerecieron siempre, al compararlas con la Imagen Original. Iguales fracasos tuvieron los ensayos con medios técnicos distintos, la mayoría de los cuales se quedaron en simples cromos de tonos lamentables. La razón de estos fracasos es muy sencilla: ocurre que el ojo humano es incapaz de retener, con detalle, matices que hacen del conjunto una obra única, de modo que al pasar a la tela o a los tonos de cualquier procedimiento técnico arrojan como resultado desalentadoras reproducciones a colores. Pues bien, recientemente se produjo el primer acierto, bajo la dirección del señor Manuel Garibi Tortolero”.

Don Alfonso Martínez de Velasco Díaz Barriga, mi papá, reposa muy juiciosamente en la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en la ciudad de Querétaro, desde el 22 de octubre de 1995.

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Alfonso Martínez de Velasco (arriba) y Eduardo Castaño (abajo) realizan el cotejo de tonalidades con una primera prueba de las Estampas Guadalupanas, únicas minuciosamente corregidas y cotejadas directamente con la Efigie Original y las más fieles que existen.

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Alfonso Martínez de Velasco, dibujante litógrafo y colorista (en lo alto de la escalera, a un lado de la Sagrada Imagen Original de Nuestra Señora de Guadalupe). Junto a la escalera, Eduardo Castaño, director técnico artístico del colorido. En lo alto de la torre-andamio, el dibujante Carlos Salinas. Abajo, sentado, el dibujante litógrafo Francisco Alegre. De pie, con la cartera-portafolio, don Manuel Garibi Tortolero.

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El artista pintor Eduardo Castaño, director técnico del colorido (en la escalera), y el dibujante offsético Alfonso Martínez de Velasco.

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