Por Justo López Melús (+) |

Un joven intrépido preguntó a un maestro: «¿Cuánto me costará llegar a ser maestro si trabajo duro?». El maestro respondió: «Toda tu vida».

– No puedo esperar tanto. ¿Cuánto me costará si trabajo con toda el alma?
– Unos diez años.
– Pero piense que mi padre se está haciendo viejo y pronto tendré que cuidar de él. ¿Cuánto tardaré en aprender su sabiduría si trabajo más duramente?

Ante tanta insistencia el maestro le contestó: «Quizá treinta años».

– Pero usted se burla. Antes diez, ahora treinta. Créame, haré cuanto me diga si puedo aprender su arte en el menor tiempo posible.
– En ese caso le durará sesenta años al menos. Pues un hombre que quiere resultados tan rápidos, no avanza rápidamente.

Es decir, que el frenesí, la prisa excesiva, son malos consejeros. «Vísteme despacio, que tengo prisa. Si corres lo harás mal, y habrás de volver a empezar».

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