PINCELADAS | Justo López Melús |

Era joven y se sentía fuerte. Salió de casa y dijo: «Estoy a disposición de quien quiera emplearme». Pasó el rey, lo tomó a su servicio y le dio parte de su poder. Pero no sabía qué hacer con el poder y se marchó. Siguió ofreciéndose. Un mercader lo empleó y le daba abundantes monedas de oro. Pero no sabía que hacer con el dinero. Luego se encontró con una linda muchacha que le invitó con una sonrisa cautivadora. Pero pronto la sonrisa se apagó y la niña desapareció.

Pasó la noche tendido en la arena. Cuando brilló el sol vio a un niño que jugaba con tres conchas.

— ¿Quién quiere emplearme?

El niño le sonrió y le dijo:

— Quédate conmigo y a cambio no te daré nada.

Aceptó el contrato y empezó a jugar con él. A las gentes, que luego le invitaban, respondía:

— No puedo, estoy ocupado.

Y desde aquel día se sitió libre. Había roto todas las cadenas.

 

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