Las celebraciones por el Quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Ávila siguen en marcha. La familia carmelitana reformada ha diseñado  y recorrido un itinerario espiritual que culminara el próximo año 2015. Particularmente, hoy se ha abierto el Año jubilar teresiano para celebrar la «m

emoria de una mujer Santa, religiosa, escritora, luchadora, carismática y conocedora directa del amor de Dios».

«De la misma forma que ella supo encontrar en Dios el esfuerzo, el compromiso y el amor a los demás para transformar muchos aspectos de la sociedad de su tiempo, nosotros trabajaremos para que durante todo el Centenario se actualice su mensaje y su espíritu reformador; para dar a conocer su legado espiritual y para que este sea un Centenario de valores», ha dicho el Vicario General de la Orden del Carmelo Descalzo.

Uniéndose a la celebración de la santa, el Papa Francisco ha e

nviado un mensaje al obispo Jesús García Burillo de Ávila, donde evoca la alegría de la que tanto hablaba Teresa »que se encuentra padeciendo trabajos y dolores»… y cómo recordaba a todos que »¡el Evangelio no es una bolsa de plomo que se arrastra pesadamente, sino una fuente de gozo que llena de Dios el corazón y lo impulsa a servir a los hermanos!». Santa Teresa animaba a no dejar de »andar alegres» y a rezar. Para ella el camino de la oración era como un »tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama».

El Papa destaca cómo estos consejos son de »perenne actualidad». »En una cultura de lo provisorio -dice-, vivan la fidelidad del »para siempre, siempre, siempre», en un mundo sin esperanza, muestren la fecundidad de un »corazón enamorado», y en una sociedad con tantos ídolos, sean testigos de que »sólo Dios basta». Un camino del que el Santo Padre ha afirmado que no podemos recorrer solos, sino juntos, y cómo dijo la santa, junto a Cristo. »Para ello, Teresa de Jesús recomienda simplemente tres cosas: »amarse mucho los unos a los otros, desasirse de todo y verdadera humildad».

¡Éste es el realismo teresiano -escribe Francisco-, que exige obras en lugar de emociones, y amor en vez de ensueños, el realismo del amor humilde frente a un ascetismo afanoso!… y finaliza deseando que »¡ojalá contagie a todos esta santa prisa por salir a recorrer los caminos de nuestro propio tiempo, con el Evangelio en la mano y el Espíritu en el corazón!»

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