Por Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de Las Casas |

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En una familia unida, los esposos son diferentes; los hijos no se parecen en todo. Sin embargo, lo hermoso es que se aman, se comprenden, se respetan, se perdonan, se ayudan, se toleran, se aceptan, se escuchan, se toman en cuenta, se quieren. Una familia unida es un tesoro.

En los barrios, en los pueblos, en las ciudades, en el país, hay de todo: gente muy noble, servicial, respetuosa, colaboradora, humilde, y gente con un carácter muy difícil, con formas de pensar muy diferentes a la mayoría, poco dispuestos a servir a la comunidad. Hay organizaciones, grupos, partidos y pandillas de todos colores, que con frecuencia se enfrentan, pelean, no valoran los aportes de los otros, sino que tratan de eliminarlos del camino, incluso por medios violentos y asesinos. Las divisiones políticas y sociales son destructoras.

En la Iglesia, también hay diversas formas de vivir la fe: unos acentúan más lo religioso, la oración, las celebraciones; otros insisten más en la dimensión social del Evangelio, en el compromiso por la transformación de la sociedad, en la lucha por la justicia y los derechos humanos. En vez de valorar lo bueno que tienen los otros, algunos se sienten los únicos intérpretes fieles del Evangelio y condenan a los demás. Se excluyen mutuamente, en vez de aportar cada quien su carisma y trabajar juntos por el Reino de Dios. Y ¡cuántas confrontaciones entre católicos y protestantes! No nos aceptamos como hermanos, sino que nos condenamos unos a otros.

Ante esta situación que vivimos a diario, el Consejo Presbiteral de nuestra diócesis elaboró un documento titulado Construir la unidad en la pluralidad, que hemos ofrecido a nuestras comunidades, como un elemento de reflexión y de colaboración a la paz entre nosotros mismos.

PENSAR

Al respecto, dice el Papa Francisco: “La uniformidad no es católica, no es cristiana. La unidad católica es diversa, pero es una. ¡Es curioso! El mismo que hace la diversidad, es el mismo que después hace la unidad: el Espíritu Santo. Hace las dos cosas: unidad en la diversidad. La unidad no es uniformidad, no es obligatoriamente hacer todo junto, ni pensar del mismo modo, ni mucho menos perder la identidad. La unidad en la diversidad es precisamente lo contrario, es reconocer y aceptar con alegría los diferentes dones que el Espíritu Santo da a cada uno, y ponerlos al servicio de todos en la Iglesia… La unidad es saber escuchar, aceptar las diferencias, tener la libertad de pensar diversamente y manifestarlo con todo respeto hacia el otro, que es mi hermano. No tengáis miedo de las diferencias.

Sobre este tema, Pablo VI, en su magnífica y actualísima exhortación sobre la evangelización, dice: ‘La fuerza de la evangelización quedará muy debilitada si los que anuncian el Evangelio están divididos entre sí por tantas clases de rupturas. ¿No estará quizá ahí hoy uno de los grandes males de la evangelización? El testamento espiritual del Señor nos dice que la unidad entre sus seguidores no es solamente la prueba de que somos suyos, sino también la prueba de que El es el enviado del Padre, criterio de credibilidad de los cristianos y del mismo Cristo. Sí, la suerte de la evangelización está ciertamente vinculada al testimonio de unidad dado por la Iglesia’. Recordadlo: Buscad la unidad, que es obra del Espíritu Santo, y no temáis la diversidad”(31-X-2014).

“Esta es la alegría de un obispo cuando ve así a su Iglesia: los mismos sentimientos, la misma caridad, manteniéndose unánimes y concordes. Este es el aire que Jesús quiere en la Iglesia. Se pueden tener opiniones distintas; está bien. Pero siempre dentro de esta atmósfera, este ambiente de humildad y caridad, sin despreciar a nadie” (3-XI-2014).

ACTUAR

Nuestro Consejo Presbiteral nos aconseja: “Cuando hay divisiones en las comunidades por cuestiones sociales y políticas, nuestro servicio pastoral es fomentar el diálogo entre grupos y organizaciones; que se respeten y que eviten la violencia y la agresión social”.

Construyamos una sociedad donde todos somos hermanos, donde cada persona es valorada en su dignidad y juntos buscamos del bien común.

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