El Papa Francisco ha dedicado la primera de las audiencias jubilares al tema »Misericordia y Misión». Las audiencias jubilares son una iniciativa del Santo Padre durante el Año Santo para que participen también en sus catequesis las personas que no pueden hacerlo en las audiencias generales de los miércoles. En esta ocasión más de 22.000 personas llenaron la Plaza de San Pedro.

»Estamos entrando día tras día en lo más vivo del Año Santo de la Misericordia- dijo el Papa- a los numerosos fieles. Con su gracia el Señor guía nuestros pasos mientras atravesamos la Puerta Santa y nos sale al encuentro para quedarse con nosotros siempre, a pesar de nuestros fallos y nuestras contradicciones. No nos cansemos nunca de sentir la necesidad de su perdón porque cuando somos débiles su cercanía nos hace fuertes y nos permite vivir nuestra fe con más alegría».

Hablando después de la estrecha relación entre misericordia y misión, Francisco subrayó que como cristianos tenemos la responsabilidad de ser misioneros del Evangelio. »Cuando recibimos una buena noticia o tenemos una buena experiencia es natural que queramos comunicárselo a los demás…La alegría que sentimos nos impulsa a hacerlo. Tendría que ser lo mismo cuando encontramos al Señor -explicó- Más aún, la señal concreta de que de verdad hemos encontrado a Jesús es la alegría que sentimos transmitiéndolo a los demás. Y esto no es hacer proselitismo, es un regalo, yo te doy lo que me ha hecho alegre a mí también. Leyendo el Evangelio vemos que esa fue también la experiencia de los primeros discípulos…Encontrar a Jesús equivale a encontrarse con su amor: ese amor nos transforma y nos hace capaces de transmitir a los demás la fuerza que nos da».

»Podríamos decir que desde el Bautismo recibimos un nombre nuevo además del que nos ponen nuestros padres y ese nombre es »Cristóforo» que significa »portador de Cristo». El nombre de nuestra actitud, de portadores de la alegría y de la misericordia de Cristo -señalo el Santo Padre- El cristiano es portador de Cristo… Pero la misericordia que recibimos del Padre no se nos da como un consuelo privado sino que nos hace instrumentos para que otros puedan recibir el mismo don. Hay una circularidad fantástica entre misericordia y misión».

»Vivir de misericordia nos hace misioneros de la misericordia y ser misioneros nos permite crecer cada vez más en la misericordia de Dios. Tomemos en serio nuestro ser cristianos y el compromiso de vivir como creyentes porque solamente así el Evangelio puede tocar el corazón de los demás y abrirlo para recibir la gracia del amor, para recibir esta gran misericordia de Dios que acoge a todos». Así concluyo Francisco la primera de sus audiencias jubilares del Año Santo

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