Apunten alto, no se dejen “anestesiar el alma”, no tengan miedo de ser juzgados como soñadores porque “porque creen en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera, y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento”. Es la invitación que el Papa Francisco hizo a más de un millón de jóvenes, que esta mañana participaron en la misa conclusiva de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia.

Una Jornada que, en palabras del Papa, “comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños”. “En estos días – reiteró antes del rezo del Angelus- hemos experimentado la belleza de la fraternidad universal en Cristo, centro y esperanza de nuestra vida. Hemos escuchado su voz, la voz del Buen Pastor, vivo en medio de nosotros. Él ha hablado al corazón de cada uno de ustedes: los ha renovado con su amor, les ha hecho sentir la luz de su perdón, la fuerza de su gracia. Les ha hecho experimentar la realidad de la oración. Ha sido una «oxigenación» espiritual para que puedan vivir y caminar en la misericordia una vez que hayan regresado a sus países y a sus comunidades”.

La jornada conclusiva de la JMJ de Cracovia –la próxima, en 2019, se desarrollará en América, en Panamá- comenzó, para el Papa, con la visita a dos centros construidos en el Campus Misericordiae de Cracovia – luego de las manifestaciones conclusivas de esta JMJ – como signo tangible de misericordia: un Hogar de día para ancianos, que lleva el nombre “Campus Misericordiae” y un Centro de Caritas denominado “El pan de la Misericordia”, donde estuvo también presente el Card. Louis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Caritas Internacional.

Tras la bendición de dichos centros hubo un largo paseo en automóvil rodeado de gritos, saludos y de los colores de los jóvenes que habían pasado la noche en la inmensa explanada. Y mientras el Papa saludaba a la multitud, sobre el escenario, la cantante israelí Noa cantaba, en inglés “Shalom a todo el mundo”.

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