Por Gilberto HERNÁNDEZ GARCÍA |

Papantla, Ver. | 19 de septiembre, 2016 |

La tarde del domingo 18 de septiembre pasado fueron secuestrados los sacerdotes Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez de la Cruz; párroco y vicario -respectivamente- de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en la ciudad de Poza Rica, Veracruz,   El día de ayer la diócesis de Papantla confirmo que han sido encontrados muertos de una manera violenta.

Los cuerpos de los presbíteros fueron encontrados la mañana del lunes 19 de septiembre, en una cuneta de la carretera que une Papantla a Poza Rica. Un colaborador de los sacerdotes, que trabajaba como sacristán y chofer, secuestrado junto a los sacerdotes, fue localizado con vida. La Procuraduría de Justicia del Estado de Veracruz señaló que los sacerdotes aparecieron con las manos atadas a la espalda y habían recibido impactos de bala de grueso calibre.

Algunos medios especulan que, por la forma en que fueron asesinados – no hubo exigencia económica y tampoco mensaje ni pancarta junto a los cuerpos- y la rapidez de la ejecución- apenas pasaron unas horas desde que fueron secuestrados hasta que aparecieron los cuerpos, una de las líneas de investigación apunta a que podría tratarse de un mensaje del crimen organizado dirigido al ejército, que desde este lunes ha empezado a patrullar la región de Poza Rica, en los límites entre Puebla y Veracruz.

Indignación

Una vez conocida la noticia, el obispo de Papantla, Monseñor José Trinidad Zapata Ortiz, expresó su consternación y la exigencia para que este crimen no quede impune. «Estamos muy consternados por esta noticia y en oración por su eterno descanso. Una vez más comprobamos que la violencia y la inseguridad se han enraizado en nuestra sociedad”. El obispo manifestó que tiene la esperanza de «que la perdida tan lamentable de estos dos sacerdotes sirva para que llegue la paz tan deseada, así como vocaciones sacerdotales para seguir la misión evangelizadora de la Iglesia».

Igualmente condenó «toda forma de violencia y oramos por la conversión de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte»; y enfatizó que «el camino de la violencia y del crimen engendra más violencia. Ojalá que quienes han entrado en esta espiral se den cuenta de que van en un camino equivocado. Dios no quiere la muerte, ni la violencia, ni la injusticia.  Dios quiere la vida, Dios quiere que todos vivamos con justicia, con dignidad y en paz. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva”.

Por su parte la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) a través de un comunicado firmado por el Cardenal Francisco Robles Ortega,  presidente del organismo eclesial,  expresó sus condolencias, cercanía y oración a la diócesis de Papantla, a su obispo  José Trinidad Zapata Ortíz,  a los familiares de los sacerdotes Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Juárez de la Cruz, a la vez que externan su «dolor e indignación ante la violencia ejercida contra ellos».

«En estos momentos de dolor, impotencia y tragedia provocada por la violencia, elevamos nuestra plegaria al cielo por el eterno descanso de estos hermanos nuestros, e imploramos al Señor la conversión de sus agresores; de la autoridad esperamos el esclarecimiento de los hechos y la aplicación de la justicia contra los responsables».

Contexto de violencia

La zona ha sido escenario de enfrentamientos violentos entre los carteles de la droga durante años, pero hasta el momento no se ha podido aclarar el motivo del asesinato de ambos sacerdotes.

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