REPORTAJE |

La Jornada Mundial de las Misiones, conocida como DOMUND, es una llamada de atención sobre la responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización, y a la vez una invitación a amar y apoyar la causa misionera. Los misioneros dan a conocer el mensaje de Jesús, especialmente en aquellos lugares del mundo donde el Evangelio está en sus comienzos y la Iglesia aún no está asentada.

Estos lugares son conocidos como Territorios de Misión, están confiados a algunas congregaciones religiosas y misioneras a través de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y dependen en gran medida de la labor de los misioneros y del sostenimiento económico las Obras Misionales Pontificias de todo el mundo.

El DOMUND, es una jornada universal que se celebra en todo el mundo el penúltimo domingo de octubre para ayudar a los misioneros en su labor evangelizadora desarrollada entre los más pobres, pero durante todo el año se promueven y realizan actividades de animación misionera y de cooperación con las misiones.

¿Qué se hace con nuestros donativos?

En días pasados, en todas las parroquias de México, se repartieron unos sobres para depositar nuestro apoyo generoso para las misiones. Pero, ¿qué destino tiene nuestra ayuda? Esa es la pregunta que muchos fieles se hacen.

La supervivencia de los Territorios de Misión depende de los donativos que todos los fieles hacen a lo largo y ancho del mundo católico. El DOMUND es una exhortación a la colaboración económica de los católicos. Mediante el DOMUND, la Iglesia trata de cubrir estas carencias y ayudar a los más desfavorecidos a través de los misioneros. Gracias a la generosidad de miles de donantes se atienden las necesidades de funcionamiento de los 1111 territorios de misión, se construyen templos, se compran vehículos, se forman catequistas, se atienden proyectos sociales, sanitarios y educativos en las misiones.

Las ayudas del DOMUND permiten llevar a cabo proyectos de Evangelización que sostienen principalmente la labor evangelizadora de la Iglesia: gastos ordinarios, construcción de parroquias, compra de vehículos para la pastoral… Este tipo de proyectos tiene gran incidencia social ya que la Iglesia, a través de la evangelización, promueve la dignidad humana, fomenta la igualdad, reconstruye familias, da esperanza a los enfermos y futuro a los jóvenes.

Con los donativos que recibe el DOMUND se llevan también a cabo proyectos de promoción social: el Evangelio lleva en su esencia el desarrollo integral de los pueblos. Los misioneros atienden escuelas, hospitales, asilos, orfanatos, entre otros muchos proyectos.

La Iglesia tiene una amplia labor social y educativa en todo el mundo: atiende a más de 100 mil instituciones sociales para personas necesitadas en todo el mundo, y se encarga de más 200 mil instituciones educativas: guarderías, escuelas, universidades y centros de formación profesional.

Gesto de comunión eclesial

En este Año de la Misericordia se cumplen 90 años de la Jornada Mundial de las Misiones, promovida por la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe y aprobada por el papa Pío XI en 1926. Por lo tanto, el Papa Francisco ha considerado oportuno “volver a recordar la sabias indicaciones” de sus predecesores, los cuales establecieron que fueran destinadas a esta Obra todas las ofertas que las diócesis, parroquias, comunidades religiosas, asociaciones y movimientos eclesiales de todo el mundo pudieran recibir para auxiliar a las comunidades cristianas necesitadas y para fortalecer el anuncio del Evangelio hasta los confines de la tierra.

“No dejemos de realizar también hoy este gesto de comunión eclesial misionera. No permitamos que nuestras preocupaciones particulares encojan nuestro corazón, sino que lo ensanchemos para que abarque a toda la humanidad”, ha dicho el Papa en su mensaje para el DOMUND 2016.

Iglesia en salida

El lema elegido para este DOMUND está completamente en sintonía con el Magisterio del Papa Francisco, que con tanta vehemencia nos anima a vencer comodidades y a salir. Las palabras de Dios a Abrahán, “Sal de tu tierra” (Gén 12,1), son también una invitación a nosotros, cristianos llamados a abandonar la inercia y a dejar los recintos cerrados para salir al encuentro del necesitado; es decir, a romper el círculo “de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad”, para ser una “Iglesia en salida”. Porque —dicho ahora con palabras de san Juan Pablo II, aunque parezcan de Francisco— “una Iglesia cerrada en sí misma, sin apertura misionera, es una Iglesia incompleta o una Iglesia enferma” (Mensaje DOMUND 1981).

 

 

 

 

 

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