Por Felipe MONROY |

La Iglesia católica mexicana está a punto de entrar en un momento muy especial de reflexión: a partir del próximo año, se comenzarán a cumplir medio milenio de evangelización cristiana en estas tierras. Estamos a 500 años de que los primeros misioneros católicos celebraran la primera misa católica en México y los primeros bautismos, que testimoniaran el primer matrimonio católico de indígenas, confirmaran a los primeros nativos conversos y sepultaran bajo la liturgia europea a los primeros fieles cristianos que pusieron pie en el Nuevo Mundo.
Evidentemente no todo sucedió al mismo tiempo pero, por fortuna, casi toda la actividad ministerial y sacramental en México está documentada por cronistas y testimonios históricos. Esto es lo que se ha llamado “la conquista espiritual de México” que, si bien tiene en sus cimientos en una cruz y un puñado de misioneros, logró erigirse en un extenso y complejo edificio cultural donde mucha de la actividad familiar y social contemporánea sigue conservando su hogar.

Esta conquista espiritual, hay que reconocer, fue en parte llevada sobre los hombros de la guerra, con actos de dominación y sometimiento motivados por ambiciones exclusivamente mundanas. Pero, también –quizá más en silencio y fuera de las crónicas heroicas- el andamiaje religioso y cultural de México se levantó con pequeños gestos de simple humanidad, de tradiciones entreveradas, de un nuevo lenguaje naciente y de tan incontables como desconocidos testimonios de vida que, encarnando el primordial mandato del Evangelio, se imbricaron sobre la piel de un pueblo hasta compendiarse en identidad.

Por los primeros, para aquellos que el papa Francisco ha reconocido como ‘no imitables’, es preciso que la memoria los mire sin reverencia y sin desprecio, sino en la compleja motivación de sus deseos y creencias, por los cuales la Iglesia debe siempre manifestar su vergüenza y arrepentimiento. Por los segundos, por esos hombres, mujeres y niños que han trascendido su época dejando literalmente el alma en la realidad de nuestra patria, es necesario conmemorarlos, celebrarles en este oportuno quingentésimo compendio del catolicismo en esta tierra y reconocernos herederos de ese vasto hogar cultural que, en buena medida, nos hace mexicanos.

@monroyfelipe

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