AGENDA INTERNACIONAL | Georg EICKHOFF |

 

La universidad de Cornell, en el estado de Nueva York, acaba de crear un centro para la investigación sobre la pena de muerte en el mundo. Lo dirige Sandra Babcock quien fue condecorada por el gobierno de México con el Águila Azteca en honor a su defensa de mexicanos condenados a muerte, en Estados Unidos.

La famosa hermana Helen Prejean, de la Congregación de San José, cortó el listón del centro aunque fuese por medio de una videoconferencia, el pasado 25 de octubre.

El libro de la hermana Helen, titulado «Dead Man Walking», que versa sobre su acompañamiento espiritual de un condenado a muerte, inspiró la película del mismo nombre (1995). La actriz Susan Sarandon ganó un Óscar por su retrato de la monja que se convirtió en activista contra la pena capital.

El nuevo centro de la Universidad Cornell, la cual cuenta, según los últimos rankings, entre los 15 mejores universidades de Estados Unidos, investigará, por ejemplo, la situación de latinos condenados a muerte por el sistema judicial norteamericano. En el panel que se celebró con ocasión de su inauguración, los especialistas hicieron un balance de la aplicación de la pena de muerte en el mundo.

El país que concentra más de la mitad de todas las ejecuciones globales es China. Le siguen Iran, Paquistán, Arabia Saudita, Iraq y los Estados Unidos. Llama la atención que una nación que se considera heredera de Occidente figure en esta lista, en sexto lugar. Hay veinticinco países en el mundo que ejecutan. En 102 de 198 estados fue abolida la pena máxima.

Víctor Uribe, jefe de la sección jurídica de la Embajada de México en Washington, habló en el evento sobre la vulnerabilidad de los presos extranjeros ante tribunales estadounidenses.

 

Mientras Mongolia, por ejemplo, acaba de abolir la pena capital, diferenciándose de su vecino gigante, Turquía bajo el régimen autoritario de Recep Tayyip Erdogan busca introducirla. Si el parlamento turco votase a favor del regreso, esto terminaría automáticamente las negociaciones de ingreso de Turquía a la Unión Europea. «Ningún estado que introduce la pena de muerte puede ser miembro de la Unión Europea», subrayó la encargada de relaciones exteriores de la comunidad Federica Mogherini.

Si lo queremos ver así, México, que abolió la pena de muerte en el año 2005, sí podría formar parte de la Unión Europea, pero Estados Unidos no.

Es de temer que las particularidades de Estados Unidos que lo alejan de la comunidad de valores de Occidente se enfaticen bajo el mandato populista de Donald Trump quien clama por aplicar la pena de muerte con más fuerza: «The death penalty. It should be brought back and it should be brought back strong», dijo.

Bienvenido, entonces, el nuevo centro de la Universidad Cornell y bienvenido el testimonio de vida de mujeres como la profesora Sandra Babcock y la hermana Helen Prejean, luchadoras de larga trayectoria contra la pena de muerte de la cual, por cierto, el catecismo católico habla con claridad.

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