Por Gilberto Hernández García |

Este 1° de enero, como cada año desde hace 50, se celebra la Jornada Mundial de la Paz. En este 2017, el Papa Francisco ha exhortado a los católicos y personas de buena voluntad a comprometernos “con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común”.

Este año, el mensaje del Papa se titula “La no violencia: un estilo de política para la paz”. Y subraya que la “no violencia activa y creativa” contribuye en la construcción de la paz, mientras que la violencia “no es la solución para nuestro mundo fragmentado”, que está viviendo una “terrible guerra mundial por partes”, además de imponentes flujos migratorios y de la crisis del medio ambiente. El único efecto de la violencia, denuncia el Papa, es el de “desencadenar represalias y espirales de conflicto letales que benefician sólo a algunos señores de la guerra”.

La violencia no es solución para este mundo fragmentado

“Deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz, y pido a Dios que se conformen a la no violencia nuestros sentimientos y valores personales más profundos”, escribe el Papa. “Que la caridad y la no violencia —pidió— guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas”.

El Papa señala que la violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. “Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos”.

Compromiso de las religiones con la paz

El Papa, que recuerda la actualidad de las palabras de Juan XXIII y de Pablo VI sobre la violencia y la paz, subrayó que Jesús “enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano”, y explica que “ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de la no violencia”. La no violencia a menudo “se entiende como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así”, dijo el Papa citando las palabras que pronunció la Madre Teresa de Calcuta cuando recibió el Nobel de la Paz en 1979 y recordando “los éxitos obtenidos por Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India, y de Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial. En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia, como, por ejemplo, Leymah Gbowee y miles de mujeres liberianas, que han organizado encuentros de oración y protesta no violenta, obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda guerra civil en Liberia”. El Papa después se refirió al papel de los cristianos, sobre todo en la época de Juan Pablo II, en el periodo de los regímenes comunistas en Europa: “Las comunidades cristianas han contribuido con su oración insistente y su acción valiente”.

El compromiso a favor de las víctimas de la injusticia y de la violencia “no es un patrimonio exclusivo de la Iglesia Católica, sino que es propio de muchas tradiciones religiosas”, recalca el Papa, pero también recuerda que la violencia es una profanación del nombre de Dios. “No nos cansemos nunca de repetirlo: Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra”.

Si el origen del que surge la violencia es el corazón de los hombres, reflexionó el Papa, “entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia”. En particular, exhortó, “suplico que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños”.

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