Por Mónica OLVERA |

Llevando cinco meses y medio de embarazo, me mandaron a reposo absoluto en cama, debido a alto riesgo de prematuridad. Esto significó tener que de un día para otro, ingresar a mi hija de año cinco meses a una estancia para su cuidado; a mi esposo tener que hacerse cargo de ella prácticamente al cien por ciento, más atenderme a mí y a la casa.

Mi primera reacción fue sentirme preocupada y triste por el temor de que mi bebé naciera prematura, con las complicaciones que esto conlleva. Inmediatamente después pensé en mi otra pequeña y sentí una profunda tristeza, dolor y preocupación al tener que desprendernos, estando acostumbradas a estar juntas todo el día. Nosotros teníamos la idea de meterla a la escuela hasta el preescolar.

Las demás implicaciones de estar en reposo en cama, fueron irrelevantes para mí. Afortunadamente podía seguir dando mis asesorías del Sistema Creighton Model por skype. Este primer impacto “lagrimoso” pasó bastante rápido, ya que por gracia de Dios pude mirar la situación con ojos y corazón llenos de esperanza:

1.- Tuve la certeza de que los planes de uno, no necesariamente son los más convenientes. Si Dios permite que vivamos circunstancias adversas o dolorosas no es porque no nos ame o ignore nuestras necesidades; es más bien, porque en su sabiduría, esa circunstancia es lo que necesitamos para llevarnos a un mejor sitio.

2.- Me he quedado sorprendida del gran corazón que he podido descubrir en muchas personas, justamente en estos momentos de necesidad. En general sabes que te quieren tus familiares y amigos, pero cuando ves hechos como que te traen la comida, te hablan, visitan, cuidan a tu hija… te quedas sin palabras.

3.- He valorado las buenas “rachas” de salud, como mi primer embarazo en el que pude ir y venir con normalidad. Los aspectos de salud que tengo hoy día, porque con reposo y uno que otro achaque, en sí, estoy bien. Tengo los ojos más abiertos para ver que vivimos llenos de bendiciones.

4.- Debo cuidar de caer en susceptibilidades egoístas, actitudes de reclamo y queja. Aprender a pedir las cosas con humildad y paciencia, que buena falta me hacen.

5.- No olvidar que acostada o levantada, sigo siendo dueña de mi obrar y responsable del uso del tiempo. No puedo desperdiciar esta oportunidad para hacer lo que muchos desearían: dormir más, leer, orar, ver pelis, hablar con gente que está en una situación similar o en soledad.

6.- Finalmente, no perder de vista que el fin de este reposo es uno muy grande, cuidar una pequeña vida. Pase lo que pase, Dios está con nosotros y nos ama. Y en este breve transcurso, he de sacarle el máximo provecho a este regalo de extraña envoltura.

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Mónica Olvera es licenciada en Educación y Desarrollo con un diplomado de Teología del Amor, especialista en el Creighton Model System, da pláticas prematrimoniales.

Página de Facebook: Mónica Olvera Consultoría

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