Por Felipe MONROY |

Entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, en el pequeño poblado de Fátima en Portugal, tres niños pastorcillos (Lucía, Jacinta y Francisco) afirmaron haber tenido encuentros con la Inmaculada Virgen María; quien, a través de apariciones, les indicó que había sido enviada por Dios para darles un mensaje y les solicitó que, a su vez, ellos debían llevar a cada hombre, mujer y niño del siglo XX.

Los relatos indican que el 13 de mayo, los pastorcillos llevaron a sus ovejas a pastar en un lugar llamado Cova da Iria; allí vieron “a una mujer más brillante que el sol, vestida de blanco, con manto de bordes dorados y un rosario en las manos” quien les pidió que volvieran cada 13 de mes a la misma hora para rezar el Rosario. La virgen, confesaron los niños, les dio una serie de mensajes que hablaban de diferentes profecías: la primera, la muerte prematura de los niños Francisco y Jacinta (murieron en 1918 y 1920); las subsecuentes, instrucciones para practicar la oración y la penitencia frente a los pecados que la humanidad fomentaba.

Hubo, sin embargo, un mensaje “secreto” de Fátima, cuyo contenido los niños debieron guardar y proteger a pesar de las presiones y las torturas que vivieron más tarde. El secreto quedó en la única pastorcilla sobreviviente, Lucía dos Santos, quien en enclaustró en el Carmelo de Santa Teresa de Coimbra desde 1948 y tuvo esporádicos permisos de ‘exclaustramiento’ para recibir al papa Paulo VI, el primer pontífice que visitó el Santuario de Fátima en 1967, 50° aniversario de las apariciones. Sor Lucía, para ese entonces, ya había revelado por petición de su obispo de Loira, dos de los tres “secretos de Fátima”.

A 100 años de la primera aparición, la iglesia católica de Portugal celebra este acontecimiento religioso entorno la Virgen de Fátima, de sus mensajes y de la gran devoción internacional (5.3 millones de peregrinos visitaron el santuario portugués en el 2016, según reportó la Conferencia Episcopal Portuguesa en su más reciente asamblea plenaria), con la canonización de dos de los tres niños videntes de las apariciones de 1917: Francisco y Jacinta Marto. Ceremonia que presidirá el propio papa Francisco quien realiza su décimo noveno viaje apostólico internacional al santuario.

Los obispos portugueses explican que los mensajes de las apariciones de la Virgen de Fátima: “son un itinerario pedagógico para los discípulos de Cristo. Para aquellos que desean confirmar en su corazón al Señor como su Maestro tal como hicieron estos humildes pastorcillos”.

En una carta pastoral enviada a la iglesia portuguesa, los obispos aseguran que “el testimonio de fe de Jacinta y Francisco guardan el celo de la fiel disposición al amor de Dios que Él les dejó en su corazón. Pues, a pesar de su tierna edad, cuando intentaron obligarlos a negar las apariciones o a revelar lo que les había sido confiado como secreto, ellos permanecieron fieles a la verdad, asumiendo el sufrimiento que su decisión les causaba. Es su ejemplo, la evidencia de que se puede testimoniar la fe de Cristo en cualquier condición de vida: como niños, adultos o ancianos, ya sea si uno es extrovertido o tímido, se puede vivir la fe en el areópago culto de Atenas de los primeros siglos e incluso hoy mismo, en medio del mundo globalizado”.

La devoción de la Virgen de Fátima creció inmediatamente después de que Lucía, Francisco y Jacinta explicaron a los sacerdotes de la región el sentido de los mensajes expresados por la Señora Inmaculada: “Pasaban tiempos donde la civilización estaba desolada por la guerra y la despiadada violencia (los países europeos se batían en salvajes enfrentamientos de la Primera Guerra Mundial, mientras en Rusia se extendía el ímpetu de la revolución bolchevique). La Virgen prometió que Dios daría la paz a todo el mundo si los rezos del mundo se unían en esa petición”, explica el Apostolado del Rosario de Fátima.

La última de las apariciones de la Virgen en 1917 sucedió el 13 de octubre, en presencia de 70 mil peregrinos y periodistas; en aquella ocasión, los testigos afirman haber contemplado que el sol giró en el cielo y cambió de color, se le conoce como “el milagro del sol” y marcó el inicio de una sólida devoción de miles de peregrinos que, primero levantaron uno de los santuarios más grandes y bellos del mundo.

Los tres “secretos de Fátima”

Los “secretos de Fátima”, que habían quedado confiados a Lucía, fueron publicadas en varias ocasiones hasta la década de 1940. En el primero, la Virgen habría dicho a los pastorcillos: “Ustedes han visto el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarles, Dios desea establecer en el mundo devoción a mi Inmaculado Corazón”.

Es por ello, que la Iglesia católica adoptó como un acto devocional, deseado para ser asumido por los pueblos, la consagración de las naciones al Inmaculado Corazón de María.

El segundo secreto, también revelado ya en los albores de la Segunda Guerra Mundial, profetizaba que, una vez terminada la primera guerra: “si la humanidad no deja de ofender a Dios, otra guerra peor surgirá en el Reino del Papa Pío XI. Cuando ustedes vean una noche iluminada por una luz desconocida, sepan que éste es el gran signo que Dios les da, porque Él va a castigar el mundo por sus crímenes a través de las guerras, el hambre, la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir esto, Yo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión de reparación de los Primeros Sábados. Si mi petición es acatada, Rusia se convertirá, y habrá paz. Si no, Rusia transmitirá sus errores a través del mundo, promoviendo guerras y la persecución de la Iglesia; los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas; en el final mi Inmaculado Corazón triunfará”.

Este fragmento de los mensajes fue ampliamente utilizado como argumento anticomunista por los miembros de la Iglesia católica universal frente al crecimiento del comunismo por los países de Europa oriental, Latinoamérica y el este de Asia, durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.

En 1967, durante el aniversario 50 de las apariciones, le fue concedido a Sor Lucía un permiso para salir del convento y charlar con el papa Paulo VI. Se dice que allí quiso revelarle el tercer secreto del mensaje pero el pontífice prefirió no saberlo. Fue hasta el año 2000, durante la beatificación de los pastorcillos Francisco y Jacinta, que se anunció la publicación del tercer secreto. Sor Lucía y el papa Juan Pablo II fallecieron en 2005 y, de haber más secretos sobre aquellos mensajes de 1917, se dice que se los llevaron a la tumba.

El tercer secreto dice lo siguiente: «… hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un ángel con una espada de fuego en la mano izquierda […] el ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: ‘algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él’ a un Obispo vestido de Blanco ‘hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre’. También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz había dos ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios».

@monroyfelipe

Por favor, síguenos y comparte: