Misiones salesianas |

La presencia de los Salesianos Estambul, ciudad ubicada en un lugar históricamente estratégico entre Europa y Asia, destaca en los últimos años por la atención que ofrece a los migrantes y a los refugiados. Atienden a muchos menores de edad, entre los 5 y los 16 años, pero también los hay mayores que tienen que dejar el colegio para poder ayudar a sus familias con ingresos. La búsqueda de una vida mejor es el denominador común a todos ellos.

El salesiano Andrés Calleja lleva 35 años en países de misión entre Filipinas, Indonesia y Turquía. En este último país los católicos representan sólo el 0,02% de la población y no llegan a 15.000. La única presencia salesiana allí es la de Estambul, donde los Salesianos se han ido adaptando a las circunstancias. “Somos cinco salesianos, dos de ellos bastante mayores y el resto casi recién llegados, pero nos hemos empeñado en hablar turco y en sacar vocaciones turcas. Trabajamos en la Catedral, que es católica y nos la entregaron hace 25 años. En ella celebramos misas en cuatro lenguas: arameo, inglés, francés y también en turco”, comenta Andrés Calleja.

La situación en la actualidad es muy complicada porque no todos los refugiados escapan por la misma razón, no todos son del mismo grupo, no todos los menores están solos… pero el campo de acción de los Salesianos se centra en las familias cristianas de Siria e Irak, aunque también las hay de Pakistán, Nigeria, Kazajistán, Irán… y musulmanes chiítas que también son perseguidos. Los misioneros salesianos no rechazan a nadie que llama a su puerta, pero tampoco pueden ir a buscarlos porque es una sociedad musulmana y podrían acusarlos de proselitismo.

El Papa Francisco, en su viaje a Turquía en diciembre de 2014, se interesó por esta labor y quiso compartir un tiempo con algunos de estos menores refugiados para destacar la acogida y misericordia de los misioneros salesianos.

En Estambul hay un colegio muy especial para los niños de las familias de refugiados: “Llegan con lo puesto. Todos pasan por las oficinas de ACNUR para obtener su estatus de refugiados políticos y tienen que buscarse la vida para vivir, trabajar… Llevamos 25 años con este programa. Recibimos a los niños en los salones de la parroquia con actividades muy salesianas y queremos que hablen inglés porque es su esperanza de futuro cuando vayan a Australia o a Canadá. Están con nosotros un año o dos, como máximo tres, y hemos logrado crear un ambiente acogedor en el que se sienten a gusto a pesar de los traumas que traen y de la violencia que han visto. Los ayudamos en todos los sentidos: espiritual, material, educativo, psicológico y económico”, cuenta Andrés Calleja.

Los Salesianos tienen otro colegio, “el original, que se construyó hace 110 años y en el que todos los alumnos son musulmanes. Somos los propietarios pero no podemos enseñar, ni tener actividades pastorales, ni hablar de religión… pero nadie nos prohíbe sonreír, ser amables, estar presentes, saludar… Dejamos claro que somos salesianos y la reacción es muy positiva”, destaca el misionero.

 

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