Por Gilberto HERNÁNDEZ GARCÍA |

Este 25 de noviembre se celebra, como cada año desde 1981 –pero asumido por la ONU desde 1999-, el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, como una oportunidad para reflexionar y sensibilizar a la sociedad sobre el grave problema que entraña esta situación en todo el mundo; así como para buscar políticas públicas y estrategias sociales que la prevengan y protejan a las víctimas.

La violencia contra las mujeres es definida como “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”.

Este no es un problema de índole personal o privado, sino social que “constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer”.

Violencia contra las mujeres mexicanas

En México, según la Encuesta Nacional sobre la dinámica de las relaciones en los hogares (ENDIREH) 2016, el promedio de mujeres que han sufrido violencia es de 66.1%, es decir, casi 31 millones han padecido al menos un incidente de violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación en los espacios escolar, laboral, comunitario, familiar o en su relación de pareja.

Los estados que están por arriba de la media nacional son: la Ciudad de México, donde el 79.8% de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia; en el Estado de México 75.3%; en Jalisco lo han sufrido 74.1%; en Aguascalientes 73.3%; en Querétaro 71.2%. En Chiapas el 52.4% de las mujeres reconoce haber sido víctimas de violencia.

Lamentablemente, en muchos casos, las agresiones no se denuncian, ya sea por intimidación, miedo o porque se considera “una situación normal”. Dice el INEGI que sólo el 2.2% de las víctimas solicita apoyo a alguna institución; mientras que el resto no lo hace ni presentó queja o denuncia ante alguna autoridad. Es decir, la “cifra negra” es muy alta, por lo que las agresiones de género quedan impunes.

El INEGI también señala a detalle que 47 de cada 100 mujeres de 15 años y más que han tenido al menos una relación de pareja o matrimonio o noviazgo, han sido agredidas por su actual o última pareja a lo largo de su relación. La misma institución indica que, en promedio, se estima que durante los años 2013 a 2015 fueron asesinadas siete mujeres diariamente en el país, mientras que entre 2001-2006 era de 3.5. Un incremento alarmante.

Cambiar la cultura de machismo

Entre los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos para alcanzarse a más tardar en el año 2030, destaca el número 5 que pretende: “Alcanzar la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas de las mujeres a nivel nacional”, lo que implica, entre otras cosas:

“Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo. Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación. Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina”.

La Familia de Nazareth, ejemplo de vida contra el machismo que engendra violencia

El año pasado, al recordar esta conmemoración, el Papa Francisco se manifestó sobre la violencia contra la mujer a través de twit: “¡Cuántas mujeres padecen el peso de la vida y el drama de la violencia! El Señor quiere que vivan libres y con plena dignidad”.

En su reciente viaje a Colombia, Francisco denunció el machismo que está en la base de la violencia contra las mujeres: “este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso, delicado que, aun no teniendo toda la información, se decide por la fama, dignidad y vida de María”.

Apuntó que la Sagrada Familia es un modelo contra el machismo y la violencia dirigida a las mujeres. Ese machismo marca en nuestros países “una nueva marginación de madres cabeza de hogar o mujeres maltratadas y mujeres víctimas del conflicto armado” o violentos como en Colombia y en México.

El Pontífice dijo que la “mención de las mujeres” en la genealogía de Jesús, alude también a que en sus venas corre sangre llamada ‘pagana’, es decir que la divinidad del Mesías se encarna en la humanidad de ese tiempo y “recuerdan historias de postergación y sometimiento”. Por ello, indicó: “En comunidades donde todavía arrastramos estilos patriarcales y machistas es bueno anunciar que el Evangelio comienza subrayando mujeres que marcaron tendencia e hicieron historia”.

 

 

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