Por Antonio MAZA PEREDA |

Hace 22 años, cuando Don Norberto Rivera llegó a tomar posesión de la arquidiócesis de México, hubo quien dijo: “Pronto se dará cuenta el Sr. Arzobispo de que gobernar esta diócesis no es lo mismo que estar en Tepehuanes, Durango”. Aunque la frase tenía bastante jiribilla, algo hay de cierto. No dudo que habrá quien le esté diciendo al Cardenal Carlos Aguiar Retes algo parecido. Y en parte es verdad. Pero tampoco es así con ninguna diócesis. No es lo mismo la diócesis de México que las de Nueva York o de Sao Paulo, por mencionar dos ciudades muy grandes.

Hay muchos mitos y realidades en torno a esta arquidiócesis. Es una ciudad de 8.9 millones de habitantes, con un crecimiento muy inferior al de la población del país (0.3% anual contra 1.4% del país), según los últimos datos del INEGI 2015. El 90.5% se declaran católicos (INEGI, 2010), una proporción mayor que el promedio del país que es de 82.7%. Sin religión se declaran el 2.9%, mientras que a nivel nacional los que se declaran sin religión son el 3.5% de la población. Lo cual rompe los mitos de que es una ciudad con menor apego al catolicismo que el promedio del país y con más personas sin religión.

Demográficamente, es una ciudad que envejece. Muchos jóvenes se trasladan a otros estados de la zona metropolitana o a otras partes del país y se observa un buen número de colonias habitadas por personas maduras o de la tercera edad. Por otro lado, claramente la natalidad es baja. Gracias a la mejor oferta educativa, hay mayor número de personas con estudios que en otras zonas del país.

¿Dónde están los retos para la Iglesia Católica? Es la diócesis más poblada del mundo. Eso, por sí solo, genera un gran problema de estructura. Una gran parte de la población trabaja lejos de sus casas, y emplea una gran cantidad de tiempo en su traslado, sin que sea raro que ocupen hasta 4 horas diarias o más solo en traslados. Hay muchos hogares con dos ingresos. Es una de las ciudades con más violencia en el país. En esta situación, no es raro que la estructura de parroquias no sea funcional. La asistencia a la parroquia es escasa y en amplias zonas no hay apego a la parroquia ni al barrio o colonia. La presencia paterna y materna en los hogares es escasa, por lo que muchas veces el cuidado de los hijos se confía a guarderías o a la familia extendida. Lo cual es un apoyo inapreciable para las familias, pero menos eficaz cuando los hijos llegan a al adolescencia. El alcoholismo y la drogadicción de menores y mayores son elevados. Por la estructura de transporte, las familias tienen que ocupar sábados y domingos a compras y a labores del hogar, un poco de tiempo para los hijos, para descanso o diversión y muy poco para labores de tipo apostólico, filantrópico o social. El domingo no se centra en la eucaristía. Sí, es el día del Señor, pero de muchas otras cosas más. Lo cual no quiere decir que no haya un vigoroso grupo de laicos organizados en distintas labores a favor de los demás. Igual que un clero que, en opinión del Cardenal Rivera, ha sido entusiasta y generoso. Un gran presbiterio, en palabras del Cardenal. Y qué decir de las religiosas, tan queridas en esta ciudad.

Sí, a Don Carlos Aguiar le esperan muchos retos. Habrá muchos temas que atender: una estructura que revisar, la escasez de clero, ingentes asuntos pastorales. Pero, estoy seguro, el Cardenal Aguiar está a la altura de estos retos, con la ayuda de Dios. Y va a encontrar mucho apoyo y mucha buena voluntad en esta iglesia local. Acá lo esperamos, señor Cardenal.

@mazapereda

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