Las mujeres recluidas en penitenciarías del Distrito Federal son una población vulnerable al abandono y a la violencia: por ejemplo, existe una proporción de seis a uno en cuanto al número de visitas familiares que reciben los presos varones en comparación con las reclusas; según lo informó Saskia Niño de Rivera, directora general de la Fundación Reinserta un Mexicano, en el Foro “Psicología criminal y mujeres en prisión”, realizado recientemente en la Universidad Iberoamericana.
Niño de Rivera también habló de los “niños invisibles”: en la actualidad 124 niños viven dentro de las prisiones femeniles, y carecen de acceso a la educación y a un desarrollo psicoemocional adecuado.
De acuerdo con Hazael Ruiz Ortega, actual subsecretario del Sistema Penitenciario del Distrito Federal, también presente en el foro, actualmente hay más de 38 mil personas recluidas en la capital de México. Incluidas en esta cifra, se encuentran poco más de mil mujeres, la mayoría de entre 19 y 40 años de edad.
Muchas de estas mujeres han tenido poca o nula estimulación académica o social a lo largo de sus vidas, rara vez practican algún deporte, y sus hábitos de cuidado personal, tanto en el ámbito físico y psicológico, son precarios, aseguró Ruiz Ortega.
La mayoría cumplen una sentencia por robo calificado, declaró el subsecretario. El homicidio es la segunda causa más común para su encarcelamiento; sin embargo, Ruiz Ortega puntuó que los asesinatos cometidos por muchas de las féminas no se relacionan con otro tipo de crímenes, y en muchas ocasiones la víctima es la pareja o el cónyuge que abusó de la victimaria.
«No son grandes secuestradoras. Generalmente cuidan y dan de comer a las víctimas, y al entrar a prisión les dictan los mismos años de sentencia que quienes planearon, ejecutaron y cobraron el secuestro», añadió.
“Las necesidades de las mujeres en prisión son muy diferentes a las de los varones. Tenemos que trabajar sobre las características específicas de este grupo poblacional vulnerable. Mientras los hombres reciben un mayor acompañamiento, las mujeres sufren abandono y enfrentan otro tipo de violencia. Pierden el contacto con sus hijos, y son sujetas al olvido institucional y social. Esto lo percibimos como una violencia contra las mujeres”, afirmó Montserrat Rico Rodríguez, segunda visitadora de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en la conferencia convocada por el Departamento de Psicología de la Ibero.
Las mujeres son más vulnerables, al momento de ser detenidas, a ser amenazadas con violencia sexual, a ser extorsionadas, a recibir poca o nula comunicación con defensoría pública, continuó.
“Hemos detectado que suelen estar en prisiones ubicadas lejos de su núcleo familiar, y tienen muy pocas oportunidades de trabajo”, señaló la defensora.
Un punto importante que han tratado de abordar las organizaciones de la sociedad civil como Reinserta un Mexicano, son los actos de violencia que se cometen en el interior de los reclusorios femeniles.
“La violencia se ha establecido como un fenómeno ‘normalizado’ entre mujeres privadas de libertad”, dijo Rico Rodriguez. Explicó que tanto la CNDH como las organizaciones de la sociedad civil han detectado la necesidad de introducir herramientas para la resolución de conflicto, que lleve a las internas a concebirse a sí mismas como transformadoras de su familia y comunidad, por lo que pidieron a los jóvenes estudiantes de Psicología involucrarse como voluntarios en las instituciones de reclusión.
Desde la CNDH, contó Rico, “hemos generado una dinámica de acercamiento para conocer cómo están, qué necesitan y cuáles son los factores que necesitan para ejercer sus derechos. Buscamos que se desarrollen políticas públicas transversales, que se vea el trabajo penitenciario desde una perspectiva de género”.
Los “niños invisibles” en la cárcel
Hoy, hay 124 niños que viven en las celdas con sus madres: son los llamados “niños invisibles”, que subsisten gracias a donaciones provistas por organizaciones de la sociedad civil, como la que Saskia Niño de Rivera preside.
“Muchos de estos niños nunca han visto un perro, nunca han salido a un parque ni han visto un automóvil”, contó la especialista en Psicología. Recordó que los niños nacidos en prisión deben abandonar las celdas, y suelen terminar en manos de terceros o en albergues, donde permanecerán hasta su adolescencia.
De acuerdo con Niño de Rivera, “80 por ciento de los niños que nacen en prisión tienen una gran posibilidad de convertirse en futuros criminales”.
Con información de la Universidad Iberoamericana