AGENDA INTERNACIONAL | Por Georg EICKHOFF |

La “Nao de China” conocida en México también como “Galeón de Manila” navegaba hasta cuatro meses entre Filipinas y la Nueva España. Para volver el barco salía de Acapulco y hacía escala en Guam. Durante 250 años fue una de las rutas marítimas más importantes del imperio español.

Hasta la Independencia de México, las mercancías traídas por esta ruta cruzaban la Nueva España por tierra – muchas pasaban por Querétaro – para salir desde Veracruz hacia España. Guam fue colonia española hasta 1898. En este año pasó al dominio norteamericano igual que Filipinas, Puerto Rico y Cuba. Hoy sigue siendo una especie de colonia de Estados Unidos y alberga una base militar de gran valor estratégico.

En estos días, Guam se encuentra nuevamente en el centro de la interminable disputa entre Corea del Norte y Estados Unidos que cuenta con China, Japón y Corea del Sur como espectadores preocupados por el peligro de una guerra nuclear frente a sus costas. El mundo entero observa el drama con pavor.

No es la primera vez que Corea del Norte amenaza a Guam para presionar a Estados Unidos. La novedad es la posibilidad de que la amenaza sea ahora por medio de un arma nuclear recientemente desarrollado. La otra novedad tan peligrosa como un cohete nuclear es la manera del presidente Trump de entender su rol en el mundo.

Algunos observadores profesionales del escenario global consideran la crisis actual tan peligrosa como la crisis de los misiles protagonizada, en octubre de 1962, por John F. Kennedy, Nikita Jruschov y Fidel Castro. Nunca el mundo estaba tan cerca de una guerra nuclear como en aquel momento.

Si las comparaciones históricas sirven para entender situaciones complejas de la actualidad, entonces la “crisis de Cuba” es un antecedente no muy parecido, pero tanto más preocupante, de la actual crisis de Corea del Norte.

El enfrentamiento de los bloques durante la Guerra Fría fue “más serio” que la crisis actual en un doble sentido: había mucha disposición de tomar las armas como demostraron múltiples guerras “calientes”, desde la misma guerra de Corea hasta las intervenciones directas e indirectas de Estados Unidos y Rusia en América Latina. Pero lo “serio” de la Guerra Fría incluía también a sus protagonistas. En contraste, la falta de seriedad de Donald Trump que se expresa en sus “tuits” prepotentes y en sus casi diarias contradicciones con sus propios colaboradores de máximo nivel, tiene que ser suplida por la seriedad de los líderes comunistas chinos bajo el mando de Xi Jinping quienes patrocinan la dictadura norcoreana y la racionalidad extraña, pero consistente del mismo dictador norcoreano Kim Jong-un.

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