Un recuento histórico

Medio Oriente comprende lo que hoy es Arabia Saudita, Israel, Jordania, Líbano, Siria e Iraq, entre otros Estados; junto con Egipto, es la región del mundo con más conflictos en la historia de la humanidad, ya que es vía de comunicación terrestre entre Europa, Asia y África.

Las primeras civilizaciones surgieron en esta zona. Los jebuseos fundaron en Palestina la ciudad primero llamada Jebús y luego Urusalim («lugar del dios Salim [Salem]»), para finalmente derivar en Yerusalem (ieru significa «fundó»; por tanto Yerusalem era «la ciudad que fundó el dios Salem»). Con el tiempo Salem se confundió con shalom, que significa «paz», por lo que el nombre Jerusalén comenzó a entenderse como «ciudad de la paz».

Los jebuseos habitaron Jerusalén desde alrededor del año 3000 a.C. hasta el 1000 a.C., cuando el segundo monarca israelita, el rey David, se apoderó de ella por medio de las armas y la convirtió en la capital de su reino.

En tiempos de Cristo Jerusalén y toda Judea estaban sometidas al Imperio Romano. El año 66 inició la guerra judeo-romana que derivó en que en el año 70 Jerusalén fuera destruida.

La ciudad de Jerusalén fue renombrada como Aelia Capitolina y reconstruida al estilo de una ciudad romana. A los judíos, incluso si eran cristianos, se les prohibió el acceso a la ciudad. Con el ascenso de Constantino I como emperador romano en el siglo IV, los cristianos ya pudieron ingresar a Jerusalén. Para los de religión judía la prohibición se mantuvo hasta el siglo VII.

En el siglo VII el árabe Muhammad (Mahoma) fundó la religión del islam (de la raíz árabe slm, que significa «sumisión»), y sus seguidores tomaron el nombre de musulmanes (del árabe muslim, «que se somete»). La intención original del fundador era hacer una sola religión, incluyendo a la «Gente del Libro», es decir, a judíos y cristianos: «Di: ¡Oh, Gente del Libro! Convengamos en una creencia común a nosotros y vosotros…» (Corán 3, 64). Y ordenó que la oración diaria se hiciera mirando hacia Jerusalén.

Judíos y cristianos rechazaron abandonar su fe por el islam, y entonces Mahoma ordenó que la oración se cambiara, mirando hacia La Meca. Además abandonó sus sentencias amistosas hacia ellos por otras violentas (por ejemplo: «Combatid contra aquellos que no crean en Alá…, incluso si han recibido el Libro…» [Corán 9, 29].

Mahoma utilizó las armas para imponer su fe: «Se me ha ordenado combatir a muerte a los hombres, hasta que confiesen que ‘no hay dios sino Alá, y Mahoma es el profeta de Alá’…» [El libro de la Fe 1,129).

Después de la muerte de Mahoma, la expansión de su religión por la vía de las armas continuó. Durante 10 siglos los musulmanes atacaron bélicamente al mundo no musulmán.

El Imperio Bizantino, que duró del siglo V al XV, fue un bastión del cristianismo, impidiendo el avance del islam hacia Europa Occidental. También tenía bajo su cargo a Jerusalén, que era una ciudad totalmente cristiana.

Los musulmanes conquistaron Jerusalén en el año 638. En el siglo VIII atacaron a la cristiana África del norte, y también a España. Sometieron a Córcega y a Cerdeña en el siglo IX, además de comenzar la conquista de Sicilia y someter bases en Italia y el sur de Francia. Atacaron incluso Alemania. En el siglo X devastaron Génova y su gente fue asesinada o esclavizada. Capturaron Calabria y sitiaron Nápoles.

En el siglo XI el califa egipcio Al-Hakim destruyó la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. En 1016, el Papa Benedicto VIII forjó una alianza entre Génova y Pisa, enviando flotas que lograron expulsar a los sarracenos musulmanes de Cerdeña, marcando el inicio de la reconquista cristiana de Europa. Pero mientras que el poder de las fuerzas musulmanas decaía en occidente, aumentaba en el oriente, conquistando, por ejemplo, Turquía, Irán e Iraq.

Las Cruzadas tienen su origen a finales del siglo XI, cuando el emperador bizantino Alejo I pidió ayuda al Papa Urbano II para proteger a los pueblos cristianos de oriente ante la dominación musulmana. En total hubo ocho cruzadas desde el siglo XI hasta el XIII.

La primera cruzada tuvo lugar de 1095 a 1099, y logró la recuperación de Nicea, Dorilea, Antioquía y Jerusalén, ciudad ésta donde se crearon las órdenes de los Hospitalarios y de los Templarios.

En 1187 el sultán Saladino se apoderó de Jerusalén, lo que dio lugar a las posteriores cruzadas, a fin de recuperar la ciudad santa.

En la sexta cruzada, de 1217 a 1221, participó el rey Federico II de Alemania, quien prefirió la diplomacia a las armas, pactando en Tierra Santa con el sultán Malik al-Kamil (Melek-el-Kamel).

La tregua de los cruzados con Al-Kamil permitió que en 1219 san Francisco de Asís viajara hasta Damieta, Egipto, para encontrarse con el sultán, al que le predicó el Evangelio. El sultán, convencido de la fe cristiana, permitió paso libre a los franciscanos para predicar en sus dominios, y diez años después devolvió Jerusalén a los cristianos. Murió siendo cristiano.

En 2019 se cumplen, pues, 800 años del encuentro entre san Francisco de Asís y Al-Kamil, sultán de Egipto.

TEMA DE LA SEMANA: OCHO SIGLOS DEL ENCUENTRO DE SAN FRANCISCO CON EL SULTÁN

Publicado en la edición impresa de El Observador del 27 de enero de 2019 No.1229

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