Yvon Chouinard, de 84 años, es un empresario estadounidense que prosperó haciendo las cosas a su manera. Nunca hizo lo que todos esperaban que hiciera y hoy, después de donar su empresa y dejar todo un plan para combatir el cambio climático, vive tranquilo junto a su esposa. Y espera inspirar a otros empresarios a hacer lo mismo por sus ciudades, por espacios determinados de la naturaleza.  

Redacción El Observador

Yvon Chouinard siempre detestó los negocios, pero logró ser un hombre de negocios muy exitoso de todos modos. Hasta hace un año era el propietario y presidente del gigante de ropa deportiva, Patagonia, que él mismo describe como “mi recurso para hacer algo bueno”.

El padre de Chouinard era un mecánico francocanadiense empobrecido que se mudó con su familia a Los Ángeles en 1946. Cuando era adolescente, Yvon se convirtió en cetrero (actividad de cazar con aves rapaces entrenadas), lo que lo llevó a la escalada en roca, a la fabricación de equipos y ropa para actividades al aire libre.

Hoy Patagonia es una empresa global exitosa de 3 mil millones de dólares. Y después de medio siglo de haberla fundado, Yvon Chouinard tomó la decisión, en el 2022, de donarla a un fideicomiso especialmente diseñado y una organización sin fines de lucro, en lugar de venderla o hacerla pública.

Todo esto con el fin de preservar la independencia de la empresa y garantizar que todas sus ganancias (unos 100 millones de dólares al año) se utilicen para combatir el cambio climático y proteger las tierras no urbanizadas en todo el mundo.

Un artesano emprendedor

Chouinard siempre se ha considerado un artesano igual que su padre que, a los 10 años, comenzó a trabajar en un molino para, más tarde, convertirse en comerciante y construir su propia casa. Él cree que heredó los genes de su padre. Y entonces se considera un innovador, no un inventor. Esa ha sido la historia de su negocio: simplemente tomar un producto existente, ya sea ropa o lo que sea, y mejorarlo.

Cuando era joven y escalaba montañas, creó su propia línea de clavos de escalada reutilizables. Pero cuando descubrió que el material dañaba la roca abandonó el negocio. Veinte años después de su primera aventura empresarial, lanzó una alternativa a los clavos originales que se convirtieron en un éxito entre los escaladores.

Pero un día se dio cuenta que los negocios eran la principal fuente de los problemas ambientales y que él era parte del problema y que debería hacer algo al respecto para convertirse en parte de la solución.

En uno de sus primeros catálogos, defendió la importancia de disfrutar de la naturaleza sin dejar rastro humano en ella. Para aquel entonces ya había viajado a Escocia, donde compró unas camisetas de rugby que vendió con éxito en Estados Unidos, en lo que fue la semilla de la creación de Patagonia en 1973.

Hacer las cosas de calidad

Yvon está convencido de que muchos de los problemas que existen en la sociedad, una sociedad insostenible, se pueden resolver a través de la calidad.

No está a favor de la tecnología que sustituye a las personas, pues considera que solo se destruye los puestos de trabajo y no necesariamente se hace un mejor producto. Y cree que la solución en muchos casos se trata solo de “dar la vuelta y dar un paso adelante”. En otras palabras, volver a lo orgánico, a la mano de obra que emplea a las personas en un trabajo significativo.

Cada vez que tenía un problema de negocios, la respuesta siempre era la calidad. Aumentar la calidad. En otras palabras, hacer productos que duren mucho tiempo.

Índice de sostenibilidad

Patagonia fue una de las primeras compañías en implementar todo, desde el algodón orgánico hasta el cuidado de niños en el sitio de trabajo para que sus padres se sintieran más tranquilos.

Otra de sus innovaciones tiene que ver con el índice de sostenibilidad para la ropa, aquel que comenzó a implementar junto con Walmart, la undécima economía más grande del mundo, con quien logró que 50 de las compañías más grandes del mundo se unieran para crearlo.

Esto significa que dentro de un par de años un cliente puede entrar en una tienda y ver cinco marcas de jeans en la mesa. Y al escanear el código de barras podrá conocer la historia de esos jeans: dónde se fabrican, si es un taller clandestino o una fábrica responsable; las fibras utilizadas en los jeans, si son de algodón orgánico o no. Tendrá una calificación y ese será el índice de sostenibilidad. Esta es una iniciativa con la que Patagonia ya cuenta en sus prendas.

La estrategia de Patagonia se basa en cinco claves: repensar el consumismo en general y en la industria del vestido en particular; reducir lo que se compra; reparar lo que se pueda; reusar lo que se tiene; reciclar todo lo demás y reimaginar un mundo más sostenible.

Iniciativas para el planeta

Yvon es un hombre convencido de que se puede hacer todo lo necesario para causar el menor daño posible al fabricar un producto, pero que al final también contamina. Para él no existe tal cosa como la sostenibilidad en ninguna sociedad. Pues al crear un producto siempre se termina con más desperdicio que el producto final. Y es por eso que no le gusta la palabra “sostenibilidad”.

Entonces, para remediar esto, hizo su penitencia el donar el 1% de las ventas, no de las ganancias, porque las ganancias se pueden ocultar. Y no lo vio como caridad, sino como el costo de hacer negocios.

Ese 1% desde hace tiempo se reparte entre unas 500 organizaciones ambientales. A lo largo de los años, ha donado más de 100 millones de dólares.

Además, hace unos años impulsó una organización llamada “1% para el planeta”, y ahora son 1500 empresas, todas dedicadas a dar el 1% de sus ventas a causas medioambientales.

A medida que las ventas de Patagonia se dispararon, el patrimonio neto de Chouinard siguió aumentando, lo que creó un enigma incómodo para un hombre que aborrece la riqueza excesiva.

A mediados de 2020, Chouinard comenzó a decirles a sus asesores más cercanos, después de un proceso de dos años y después de que fuera incluido en la lista de multimillonarios de Forbes (algo que no le gustó), que si no podían encontrar una buena alternativa, estaba preparado para vender la empresa.

Así, con aprobación de su esposa e hijos, transfirió irrevocablemente todas las acciones con derecho a voto de la compañía, equivalentes al 2 por ciento de las acciones totales, a Patagonia Purpose Trust, una entidad creada entonces para dar salida a las peticiones del empresario.

El resto de las acciones de la familia Chouinard fueron a parar al también creado Holdfast Collective, una organización sin ánimo de lucro que utiliza cada dólar recibido para luchar contra la crisis medioambiental, proteger la naturaleza y la biodiversidad, y apoyar a las comunidades prósperas.

Patagonia continúa operando como una corporación privada con fines de lucro con sede en Ventura, California, vendiendo chaquetas, gorros y pantalones de esquí por un valor de más de mil millones de dólares anuales. Pero los Chouinard ya no son dueños de la empresa.

Yvon Chouinard conduce un Subaru destartalado y divide su tiempo entre Ventura y Jackson, Wyoming. No tiene computadora ni teléfono celular.

Que se vayan a surfear

En “Let My People Go Surfing” (algo así como “Dejen que mi gente se vaya a surfear”) Chouinard comparte su inspiradora historia, desde sus humildes comienzos como un entusiasta escalador y surfista hasta el éxito y la evolución de Patagonia como una empresa líder en el mundo del outdoor. A través de un estilo de escritura honesto y directo, el autor nos guía por los altibajos de su vida y carrera, revelando cómo sus pasiones por la naturaleza y la aventura moldearon el camino de su negocio.

El libro destaca la visión única de Chouinard sobre cómo una empresa puede ser sostenible y responsable ambientalmente sin comprometer la rentabilidad. Propone una filosofía empresarial centrada en la conservación y el respeto por el medio ambiente, promoviendo prácticas comerciales éticas y sostenibles que trascienden las fronteras del mero lucro.

Además de compartir la historia de Patagonia, “Let My People Go Surfing” se convierte en una fuente de inspiración para emprendedores y líderes empresariales que buscan adoptar enfoques más conscientes y responsables en sus operaciones. A lo largo del libro, Chouinard invita a los lectores a considerar el impacto que sus empresas pueden tener en el mundo y a actuar como agentes de cambio positivo.

En resumen, “Let My People Go Surfing” es una lectura cautivadora y enriquecedora que combina la historia personal de Yvon Chouinard con su filosofía empresarial basada en la sostenibilidad y el amor por la naturaleza. Un libro que nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras acciones pueden influir en la preservación del medio ambiente y a emprender el camino hacia un mundo empresarial más consciente y comprometido con el bienestar del planeta.

La lucha por preservar el planeta

  • Casi 70% de los productos de Patagonia están hechos de materiales reciclados como botellas de plástico y el objetivo es utilizar 100% de materiales renovables o reciclados para 2025.
  • La compañía también trabaja con cáñamo y algodón orgánicos. La marca está comprometida con la simplicidad, la utilidad y la durabilidad, algo especial en un mundo donde la “moda rápida” es la norma.
  • En 2019, Patagonia apoyó el proyecto de Save The Waves Coalition (STW) para detener la destrucción de Punta Conejo, Oaxaca, y hacer de este ecosistema un Área Protegida de Surf.
  • En 2021, apostó por el proyecto de Cumbres Blancas México para la construcción de baños secos en el Iztaccíhuatl (Volcán inactivo en los límites del Estado de Puebla), que se encuentra en desarrollo.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de julio de 2023 No. 1465

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