Por Rebeca Reynaud
El tiempo frente a las pantallas es la Hidra, y una vez que surge, no se puede matar fácilmente. La Hidra es una figura mitológica, un monstruo del lago de Lerna, de siete cabezas que renacían a medida que se cortaban, muerto por Hércules que lo venció cortándole todas las cabezas de un golpe.
Cuando éramos niños y nos decían que alguno se había vuelto adicto, pensábamos en las drogas, el juego en casinos o la adicción a fumar o beber alcohol; además, los adictos eran siempre adultos, porque quienes se volvían adictos lo hacían a cosas pecaminosas. Ahora la adicción es a las pantallas e incluye a niños, adolescentes y adultos.
No sé cuánto tiempo se necesita para volverse adicto, pero seguro que no se adquiere una adicción de la noche a la mañana. La adicción es un hábito compulsivo que se forma tras la repetición adictiva de una actividad que se torna placentera. Ahora bien, el placer en principio es bueno, de allí que deriva de complacer. Estar complacido es estar satisfecho o contento. Sin embargo, hay placeres que, podríamos decir, engañan. Podemos sentir satisfacción, pero de una manera antinatural o al menos desequilibrada. Dada nuestra naturaleza pecaminosa a veces disfrutamos de cosas inmorales. Como un niño de 2 años puede disfrutar abofeteando a su hermano que lo ha molestado. El placer no es abofetear, sino vengarse.
Ahora bien, ¿qué facilitaría la adicción de un niño pequeño a algo tan perverso como la adicción a la pornografía? Antes habrá asociado el uso de un dispositivo con la satisfacción de un impulso. Y con el tiempo esa actividad se volverá compulsiva, habrá pasado de la excitación espontánea a un anhelo de dependencia o esclavitud. Las pantallas son visualmente agradables a la vista y al uso. Tienen una coloración magnifica y combinan la entrada de varios sentidos: táctiles, visuales y auditivos, además son portables. Por eso son totalmente novedosos; prometen un entretenimiento sin fin.
Los libros ofrecen un portal a un mundo de placer; los libros hacen pensar, ayudan al desarrollo cerebral. No pueden conectarse con otros libros, ni con videos ni con música. Su uso es táctil porque lo sostenemos, pasamos la página para seguir leyendo, pero no los movemos. La radio es otra tecnología que nos ha dado gran placer, pero también es limitada. Y al igual que los libros, se requiere de imaginación para que la magia surja.
Los dispositivos con pantalla no requieren esfuerzo como los libros y la radio, entonces el placer es más accesible. Su acceso es sencillamente peligroso y tremendamente tentador. Hay niños que pasan horas con un iPad lo que provocará atención dispersa y un daño paulatino en sus hábitos. Crean una compulsión que será compensada con más y más excitación. Y ni siquiera hemos considerado los efectos que tienen sobre el cerebro las dosis repetidas de dopamina (un neurotransmisor clave en el cerebro).
Cuando hay adicción a la televisión, el problema radica en que la televisión es “una más de la familia”, y más, si se encuentra en varias de las habitaciones de la casa. Según Alonso Fernández el teleadicto “se halla sumido en el desierto mental de la pasividad e inercia con erupciones de violencia (…), semejante al mundo de los adictos a la heroína” (CAT Barcelona).
La afición desmedida por ver la televisión constituye un riesgo de dependencia por encarcelamiento interno que anula la capacidad de libertad y decisión. Las personas más susceptibles de padecer esta adicción son los sujetos de carácter inestable, carentes de iniciativa, los que se sienten solos o poco realizados, los enfermos depresivos y las personas con dificultad de autocontrol.
Los niños de edad escolar son lo que con mayor facilidad se vuelven adictos a la televisión, debido a un abuso de la pantalla no tutelado por los adultos. La televisión es el invento que más dramáticamente ha cambiado nuestros hábitos. Antes la gente le daba más importancia a la literatura, leía, hacía deporte o salía a jugar a la calle.
La sensación de una vida vacía y poco divertida lleva también a las adicciones, por ello es importante leer más sobre cómo mejorar la propia actividad y sobre lo que ocurre después de la muerte. La vida es corta, y a veces invertimos gran parte de ella en ver televisión.
Algunas ideas tomadas de Salón Kennedy, de la revista Crisis Magazine, Manchester, junio 2025.
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