Por P. Eduardo Hayen Cuarón

Sin duda alguna María de Nazaret es la mujer más poderosa e influyente de la historia. En las últimas décadas se han reportado muchas apariciones marianas en diversas partes del mundo, entre las cuales sobresalen las de Medjugorje. Empezaron en 1981 en lo que era una capilla de una pequeña aldea de Bosnia Herzegovina, y que hoy se ha convertido en uno de los principales destinos católicos de peregrinación. Por algo Medjugorje es también conocida como el confesionario de Europa.

En toda la geografía mundial son miles y miles de personas las que dicen haber recibido favores y gracias especiales de la Virgen. Arturo Boyle llegó de Boston a Medjugorje invadido por el cáncer y con un pronóstico de unos cuantos meses de vida. La noche que se confesó experimentó un alivio psicológico inmediato. Se le quitó la angustia y la depresión. Luego oraron sus amigos por él pidiendo la intercesión de la Virgen María. Un calor recorrió su cuerpo y una semana después, en su regreso a Boston, le revelaron en el Hospital de Massachusetts que el cáncer había desaparecido.

Mujeres de la historia y la mitología han sido representadas en el arte, pero ninguna como María de Nazaret. Según cifras de la Santa Sede se estima que hay alrededor de 60 mil templos católicos en el mundo dedicados a la Virgen. Su imagen en el arte empezó a aparecer en las catacumbas de Roma, y hoy la madre de Jesús es la mujer más reproducida en el mundo artístico a través de innumerables pinturas, esculturas, mosaicos, vitrales e iconos. Sólo en las iglesias de Italia se estima que hay más de cien mil representaciones de la Virgen.

El número de visitantes a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe asciende a 20 millones al año. Le sigue el santuario de Fátima con 7 millones; luego el santuario de la Virgen de Rocío con 6 millones. Después los santuarios de Lourdes y Medjugorje con 3 millones cada uno. ¿Por qué María de Nazaret atrae a tantas personas? La razón es simple: desde que en la cruz Jesús de Nazaret, el Salvador del mundo, pronunció las palabras «Mujer ahí tienes a tu hijo», y luego al discípulo: «Ahí tienes a tu Madre», el discípulo se la llevó a casa. Ella es el santuario donde fuimos engendrados espiritualmente. Por eso millones de creyentes son sus confidentes espirituales.

A la Virgen solemos imaginarla tierna, amorosa, dulce. Raramente la pensamos como una reina poderosa y combativa. Pero lo es. Al ver su influencia geopolítica a lo largo de los siglos, es posible concebirla con las botas de combate muy bien puestas. La Virgen fue inspiración para la reconquista de los reinos de España y la expulsión de los musulmanes en el siglo XV. En su advocación de Guadalupe trajo la conversión de alrededor de diez millones de indígenas a la fe católica y acabó con los sacrificios humanos de aquellas religiones paganas. También en el siglo XVI mostró su poder contra el imperio otomano en la Batalla de Lepanto impidiendo que Occidente cayera en manos del islam. Y en el siglo XX, gracias a uno de sus grandes devotos –san Juan Pablo II– logró derribar el comunismo soviético.

Una vez que ahí donde se le invoca Nuestra Señora pisa la cabeza del enemigo de Dios, posteriormente empieza a restaurar el orden y la paz. El Santuario Nacional de la Inmaculada, en Washington DC, tiene 70 capillas que exaltan la influencia internacional de la Virgen, desde Asia y diversos países de África, hasta Europa y América. Muchos países católicos y no católicos han sido receptores de enormes gracias, y hoy cuentan con santuarios marianos que son fuente de bendición y paz.

En Ciudad Juárez muy pronto nos uniremos en oración con la Virgen María en el Rosario Viviente, el sábado 13 de septiembre próximo. Convocados por nuestro señor obispo Guadalupe Torres Campos, nos daremos cita en el estadio olímpico Benito Juárez para participar en el evento más grande de oración de la diócesis. «Peregrinos de esperanza, constructores de la paz». Ella, por ser la obra maestra de Dios, es capaz de erradicar las causas profundas de la violencia en la ciudad y en México, y hacer que florezca nuevamente nuestra cultura católica. A su poderosa intercesión nos encomendamos.

 
Imagen de Manfred Antranias Zimmer en Pixabay


 

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