Por Redacción/El Observador

Desde hace diez años los analistas se vienen preguntando si, debido a la baja de creyentes, algún día va a desaparecer la religión. Exponen razones tales como que la práctica religiosa disminuye cuando aumenta la calidad de vida; que el deporte de masas ofrece los mismos beneficios; que los estados fuertes ofrecen más seguridad que la Iglesia; que la espiritualidad moderna es ajena a la religión organizada; que ya no necesitamos tener tantos hijos; o que la religión no nos hace más felices. Y además, se atreven a vaticinar que para el 2041 las personas religiosas serán minoría. 

Recientemente Conrad Hackett, demógrafo senior y director asociado de investigación en el Pew Research Center, publicó junto a Nan Dirk de Graaf, de la Universidad de Oxford, un estudio sobre cómo la religión está en decadencia en el mundo. 

De acuerdo a los resultados, la identidad religiosa se está desvaneciendo en muchos países. Entre 2010 y 2020, la proporción de la población afiliada a alguna religión se redujo al menos 5 puntos porcentuales en 35 países. Esta disminución fue considerablemente mayor en países como Australia (17 puntos), Chile (17), Uruguay (16) y Estados Unidos (13).

¿Cómo va declinando?

El artículo académico propone que la disminución de la afiliación religiosa ocurre en las etapas intermedia y tardía de un proceso de “transición secular”. Esta transición se desarrolla lentamente, a medida que las generaciones son reemplazadas por otras menos religiosas.

Utilizando datos de las encuestas del Centro en 111 países y territorios, el documento dice que este proceso está afectando a países de todos los continentes poblados, incluidos países en los que el cristianismo, el islam, el budismo o el hinduismo son la religión mayoritaria.

Los autores escriben que la religión generalmente declina entre generaciones en tres pasos:

  • La gente participa con menos frecuencia en los servicios religiosos.
  • La importancia de la religión disminuye en sus vidas personales.
  • Pertenecer a una religión se hace menos común.

A esto le llaman la secuencia Participación-Importancia-Pertenencia (PIB). En esta secuencia, las generaciones primero abandonan aspectos de la religión que requieren más tiempo y recursos.  Las personas tardan más en abandonar la identidad religiosa, lo cual no es necesariamente tan oneroso.

En la etapa inicial de la transición secular, las generaciones difieren principalmente en su participación religiosa. En algunos países que aún mantienen un alto nivel de religiosidad, encuestas recientes muestran que la proporción de adultos menores de 40 años que asisten frecuentemente a servicios religiosos ha disminuido por debajo de la de los adultos mayores que sí lo hacen.

Muchos países africanos se encuentran actualmente en esta etapa inicial. Por ejemplo, en Senegal, el 78 % de los adultos mayores asisten a servicios religiosos semanalmente, pero los adultos más jóvenes tienen 14 puntos porcentuales menos de probabilidades de hacerlo. Sin embargo, casi todos los adultos en Senegal, tanto jóvenes como mayores, aún se identifican como musulmanes y consideran la religión muy importante en sus vidas.

En la etapa intermedia de la transición secular, las generaciones difieren en su participación, importancia y pertenencia religiosa. En países con un nivel moderado de religiosidad, las tres etapas de la secuencia PIB son visibles en encuestas recientes. Los adultos menores de 40 años asisten a servicios religiosos con menos frecuencia que sus mayores, son menos propensos a considerar la religión importante en sus vidas y a identificarse con alguna religión. Este es el caso actualmente en Estados Unidos, junto con muchos otros países de América y Asia.

En la última etapa de la transición secular, las generaciones difieren principalmente en su pertenencia religiosa. Los autores sostienen que esto se debe a que ya se han completado las dos primeras etapas. La proporción de adultos mayores que asisten a servicios religiosos y consideran la religión importante en sus vidas ya ha descendido a niveles bajos, similares a los de los adultos más jóvenes. En los países menos religiosos de la actualidad, la principal diferencia entre los grupos de edad radica en que los adultos más jóvenes son menos propensos a identificarse con alguna religión.

Muchos países europeos han llegado a esta etapa. Por ejemplo, en Dinamarca, el 79 por ciento de los adultos mayores siguen afiliados a alguna religión, pero los adultos menores de 40 años tienen 26 puntos menos de probabilidad de afirmar pertenecer a alguna. La asistencia a servicios religiosos y la autoevaluación de la importancia de la religión son bajas entre las personas de todas las edades.

Los países con diferentes trasfondos religiosos tienden a encontrarse en distintas etapas de la transición secular. Entre los países en la etapa intermedia o tardía, la religión mayoritaria suele ser el cristianismo o el budismo. Los países de mayoría musulmana y la India, de mayoría hindú, se encuentran en la etapa inicial, y aún no está claro si continuarán el proceso o se mantendrán como están por mucho tiempo.

Esta transición secular no es completamente uniforme y podría no ser inevitable en todas partes. Si bien los investigadores argumentan que la religión se desvanece siguiendo este patrón en muchos lugares, una diferencia clave entre países radica en el momento en que comienzan su transición secular.

Además, existen algunas excepciones al modelo. Los países poscomunistas de Europa del Este con mayorías ortodoxas o musulmanas, como Rusia, Azerbaiyán, Moldavia y Georgia, no parecen seguir actualmente el patrón del PIB. Los regímenes comunistas de estos países suprimieron la religión y, desde el colapso de la Unión Soviética, han experimentado resurgimientos religiosos nacionalistas.

Otra excepción es Israel, el único país del mundo con mayoría judía. Israel tiene una gran población de judíos laicos, incluyendo a muchas personas mayores que emigraron de la antigua Unión Soviética. Sin embargo, una gran proporción de los israelíes jóvenes actuales son hijos de judíos ortodoxos y ultraortodoxos. En general, los israelíes jóvenes son similares a sus mayores en cuanto a religiosidad.

Una tarea intensiva 

Estudios como estos ayudan a la Iglesia a entender cuál es la percepción de la gente, sobre todo de los más jóvenes, y saber qué acciones tomar. En Europa, por ejemplo, en donde la “orfandad espiritual”, como la llamaba el Papa Francisco, es cada vez más marcada, se lanzó la iniciativa “Roma 25 – Santiago 27 – Jerusalén 33” que busca devolver el alma al continente. 

“Somos jóvenes de Europa, llamados a ser Evangelios vivos. Emprendemos un camino de peregrinación, evangelización y sanación, para reconectar Europa con la belleza, la verdad y el amor de Cristo”. Este fue el mensaje con el que se anunció la iniciativa impulsada por la Conferencia Episcopal Española con apoyo del Dicasterio para la Evangelización del Vaticano y jóvenes cristianos de todo el continente que, en plena cuenta regresiva hacia el Jubileo de la Redención de 2033, quiere abrir un camino de fe y esperanza para una nueva generación europea.

Es también una respuesta a una Europa secularizada, en donde el 70 por ciento de los jóvenes declaran no ser religiosos y el 42 por ciento dicen que sus vidas carecen de sentido. 

El proyecto se articula sobre tres propuestas enraizadas en la vida cristiana y que quedaron como un manifiesto:

•Peregrinación, en la que “caminamos para descubrir que seguir a Cristo es hermoso, desafiante y transformador. Redescubrimos los santuarios, el arte y el patrimonio cristiano como lugares vivos donde Dios sale al encuentro”.

•Evangelización, es decir, “anunciar con coherencia y creatividad el Evangelio, abriendo espacios de acogida y sentido en medio de una Europa que ha olvidado su raíz”. 

•Sanación, ya que “esta peregrinación es también un camino de sanación, donde Cristo ofrece redención, misericordia y una nueva oportunidad”.

El nombre de la iniciativa hace referencia a que dio inicio en Roma este 2025 durante el Jubileo de los Jóvenes, y que se extenderá hasta que se vuelvan a reunir en Santiago de Compostela 2027, para luego concluir en Jerusalén en el 2033.  

¿Y en América?

De acuerdo con el Anuario Pontificio 2025, América se consolida como el continente al que pertenece el 47.8 por ciento de los católicos del mundo. De ellos, el 27.4 por ciento reside en Sudamérica (donde Brasil, con 182 millones, representa el 13 por ciento del total mundial y sigue siendo el país con mayor número de católicos), el 6.6 por ciento en Norteamérica y el 13.8 por ciento restante en Centroamérica. Si se relaciona el número de católicos con el tamaño de la población, destacan Argentina, Colombia y Paraguay, con más del 90 por ciento.

En el caso de México, el censo más reciente del Instituto Nacional de Estadística e Información (INEGI), del 2020, arrojó que 97 millones 864 mil 218 personas se consideran católicas. Pero aún con esta cifra, la realidad es que la práctica ha disminuido en los últimos años: en el 2010, el 82.9 por ciento de la población se declaraba creyente. En tanto, para el 2020 bajó a 77.7 por ciento. 

El número de personas “no religiosas” también ha ido en aumento, dicha población pasó de representar el 4.7 por ciento en el 2000 al 8.11 por ciento en el 2020. Los jóvenes de 25 a 29 años fueron la población que más “no religiosos” tuvieron, seguida de los de 20 a 24 años. 

Por tanto, debe ser prioridad de la Iglesia de América y el resto del mundo, conocer a los jóvenes y su realidad. Es imperativo reconocer los cambios y desafíos del mundo contemporáneo, desafíos que pueden considerarse, también, oportunidades para congregarlos y hablarles del valor y ventajas de una vida de fe en la fidelidad a Cristo.  

Un buen número de jóvenes continúan comprometiéndose en la vida de la Iglesia, mediante el culto y la liturgia, la actividad parroquial o congregacional, y la participación en las varias organizaciones y movimientos juveniles. Sin embargo, muchos otros permanecen pasivos o dejan de interesarse por cualquier actividad relacionada con la Iglesia. Ambos grupos pueden sentir que la Iglesia vive en una cultura que no responde a sus aspiraciones y modos de expresión. Esto puede causar una sensación de desasosiego y distanciamiento de la vida de la Iglesia.

Las iglesias deben abrirse a las necesidades y esperanzas de los jóvenes como una clave para desarrollar, mantener y fomentar su pertenencia a la Iglesia. Deben darles la oportunidad de identificar papeles y responsabilidades sustanciales dentro de la Iglesia, que les permita ganar la confianza de sentirse seguros.

EN MÉXICO

97 millones 864 mil 218 personas se consideran católicas

En 2010, el 82.9 por ciento de la población se declaraba creyente. En tanto, para el 2020 bajó a 77.7 por ciento. 

4.7 por ciento de las personas se consideraban “no religiosas en el 2000 y para el 2020 aumentó a 8.11 por ciento. 

De 25 a 29 años fueron la población que más “no religiosos” tuvieron, seguida de los de 20 a 24 años. 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 21 de septiembre de 2025 No. 1576

 


 

Por favor, síguenos y comparte: