Por Rubicela Muñiz
A pesar de los graves problemas provocados por las guerras, las epidemias, el analfabetismo, la falta de respeto a los derechos humanos y las multitudes de refugiados, la Iglesia africana está llena de vitalidad.
Las cifras más recientes del Vaticano muestran que la Iglesia católica en África continúa desafiando la tendencia de declive que viven las iglesias europeas, al mantener un sólido crecimiento tanto en el número de fieles como en el de vocaciones.
Cifras que sorprenden
Según el Anuario Pontificio 2025 y el Annuarium Statisticum Ecclesiae 2023, publicados por el Vaticano en marzo de 2025, África registró un aumento neto de mil 285 sacerdotes durante 2023, lo que representa un incremento del 2.7 %, pese al descenso global en el número de clérigos en otras regiones.
Al cierre del año, la población católica africana creció de 272 millones en 2022 a 281 millones en 2023, un aumento del 3.31 %. Así, el continente representa ya una quinta parte de los católicos del mundo.
El número de obispos también aumentó: pasó de 740 a 771, elevando la proporción africana del episcopado al 14.2 % del total mundial.
En total, África contaba con 54 mil 944 sacerdotes —diocesanos y religiosos— frente a los 53 mil 659 del año anterior. Dado que la pérdida de clérigos por fallecimiento, jubilación o secularización es baja, el aumento neto refleja un fuerte impulso de nuevas ordenaciones.
El número de seminaristas mayores también creció un 1.1 %, alcanzando los 34 mil 924, casi una tercera parte del total mundial, aunque el continente alberga solo al 20 % de los católicos del planeta. En contraste, Europa, Asia y América registraron descensos.
Un nuevo centro de la Iglesia
Los datos sobre diáconos permanentes siguen siendo escasos, pero los informes regionales apuntan a un crecimiento moderado.
A nivel nacional, la República Democrática del Congo (RDC) y Nigeria destacan como potencias católicas: la primera con unos 55 millones de fieles y la segunda con 35 millones. Según reportes diocesanos, Nigeria podría aportar entre 300 y 400 nuevos sacerdotes cada año, lo que representa hasta una cuarta parte de las ordenaciones africanas.
Este dinamismo resalta el papel del continente en el panorama global: mientras el número de sacerdotes disminuye en Europa, América y Oceanía, África y Asia marcan la diferencia.
La crisis vocacional que golpea a Occidente se ve así, al menos en parte, compensada por la vitalidad africana.
Históricamente, el crecimiento de las vocaciones en África no es nuevo. Desde mediados del siglo XX, el catolicismo ha echado raíces profundas, formando un número creciente de clérigos y obispos locales.
Hoy, África ya no es solo tierra de misión, sino fuente de nuevo clero para la Iglesia universal.
El valor de la familia y la fuerza de la fe
De acuerdo con Dominik Kustra, misionero polaco responsable de la fundación vaticana Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) México Centro-Norte, el auge de católicos y vocaciones en África se debe al valor que aún se le da a la familia y al papel de la Iglesia como refugio y espacio de esperanza.
“La Iglesia es un lugar donde no se sienten amenazados, donde encuentran ayuda y caridad que muchas veces el gobierno no les brinda”, explica Kustra.
El misionero identifica cuatro factores clave que impulsan el crecimiento del catolicismo en África:
- El factor social. África sigue siendo un continente con una tasa de natalidad muy alta; las familias son numerosas y los hijos se consideran una bendición. “Cuando hay más hijos, siempre hay alguno que siente la vocación. La fe se vive en familia”, señala.
- La espiritualidad. “Son pueblos profundamente espirituales”, afirma. “No hablo solo del catolicismo; como seres humanos, ven la mano de Dios en todo, incluso en la naturaleza. Eso mantiene viva su fe.”
- La resistencia cultural. A diferencia de Occidente, África no ha sido tan impactada por las redes sociales ni por las ideologías que erosionan los valores cristianos. “Esto ayuda a conservar una fe más fuerte y comunitaria”, dice.
- La labor social de la Iglesia. En muchos lugares, la Iglesia es la única institución que ofrece educación, salud y justicia. “Donde el Estado no llega, la Iglesia está presente”, subraya. “Es vista como una institución caritativa que trabaja sin fines de lucro, que ofrece educación gratuita o muy accesible. Por eso los africanos están tan apegados a ella.”
Kustra añade que ha crecido notablemente la participación de los jóvenes en la vida pastoral y la evangelización, no solo de las clases bajas, sino también de la media y alta.
Vocaciones que nacen en la persecución
Durante su estancia en Nigeria —país con el mayor número de vocaciones, donde la mitad de la población es cristiana y la otra mitad musulmana—, el misionero constató el impresionante número de seminaristas: entre 200 y 300 por seminario mayor.
“Esto me impresionó porque Nigeria sufre una fuerte persecución religiosa por parte del grupo Boko Haram y de los terroristas islámicos. Sin embargo, los seminarios están llenos.”
Al preguntar a un rector por qué los jóvenes deciden entrar al seminario pese al riesgo, Kustra recuerda su respuesta:
“Siempre hubo vocaciones, pero crecieron mucho cuando comenzó la persecución. Las dificultades fortalecen la fe. Los jóvenes buscan un radicalismo evangélico en el buen sentido: si mis hermanos son asesinados por su fe, yo también quiero dar la vida por Cristo.”
Estas experiencias muestran cómo la fe se fortalece en la adversidad. “Se trata de algo que da sentido a la vida —dice—, una entrega total, del cien por ciento: ‘Te doy todo lo que soy, viendo cómo mis hermanos sufren a causa de tu nombre’”.
El Evangelio sobre todas las cosas
Aunque el trabajo de la Iglesia en África no ha sido sencillo por los conflictos armados, la perseverancia por llevar el Evangelio a los lugares más difíciles no se detiene. Al contrario, crece con cada ataque y cada desplazamiento.
“Hoy es muy urgente este tema”, advierte Kustra. “La presencia de grupos islamistas radicales está aumentando. Países como Malí o Burkina Faso, donde antes cristianos y musulmanes convivían en paz, hoy sufren ataques, incendios de iglesias y secuestros de sacerdotes. En Nigeria, más de siete mil personas fueron asesinadas recientemente por su fe en Jesucristo.”
Sin embargo, cuando las instituciones internacionales y embajadas evacuan, la Iglesia permanece.
“Los sacerdotes se quedan al lado del pueblo, acompañando su dolor. La Iglesia no huye. Está ahí, aun en medio de la guerra”, destaca el misionero.
El mismo fenómeno ocurre en otras regiones. “En Gaza, por ejemplo, el párroco argentino pudo salir cuando comenzó la guerra, pero decidió quedarse para atender a su comunidad”, relata.
Y lo mismo sucede en África: cuando miles de familias huyen de zonas de conflicto, la Iglesia llega a los campos de refugiados con ayuda espiritual y humanitaria.
“La Iglesia está ahí, a pesar de todo. Es una institución que no abandona a su gente, incluso en medio del peligro.”
En 1960 doce países africanos contaban con uno o más obispos nativos. A finales del siglo XX casi la totalidad de los obispos de la Iglesia católica en África ya eran nativos. “Tenéis que ser misioneros de vosotros mismos”, dijo Pablo VI en Kampala durante el primer simposio de todos los obispos de África y de Madagascar (1969). La Iglesia africana tiene hoy sus santos nativos y sus mártires, los seminarios están llenos y le número de católicos aumenta pese todo.
Datos estadísticos tomados de The Catholic Herald
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 26 de octubre de 2025 No. 1581






