El Cardenal Gregorio Rosa Chávez, al reflexionar sobre «Dilexi te» del Papa León XIV, invita a mirar con gratitud y esperanza el camino recorrido desde el Concilio Vaticano II hasta nuestros días, recordándonos que en los pobres tocamos la carne de Cristo y que solo una Iglesia encarnada en su dolor puede ser verdaderamente fiel al Evangelio
Por Vatican News
El Cardenal Gregorio Rosa Chávez realizó una reflexión sobre la recién publicada Exhortación Apostólica del Papa León XIV, Dilexi te. El purpurado, en su reflexión la evoca con emoción y esperanza, afirmando que es mucho más que un documento doctrinal. Es una invitación a volver al corazón del Evangelio, donde los pobres ocupan el centro del amor de Cristo y, por tanto, del compromiso de su Iglesia.
Rosa Chávez afirma que en el texto de la Dilexi te resuena una profunda continuidad entre la voz del Papa actual y la herencia viva del Concilio Vaticano II, Medellín, Puebla y Aparecida. Esa misma voz que, escribió, a través de los pastores latinoamericanos, ha querido mantener encendida la llama de una Iglesia servidora, encarnada y profética.
Una Iglesia en salida y en conversión
El mensaje del Cardenal Rosa Chávez es una llamada a la conversión eclesial. Su reflexión nos invita a revivir la memoria de los profetas y pastores que nos precedieron, pero también a mirar hacia adelante con esperanza. Una Iglesia pobre no es una Iglesia débil, afirma el purpurado, sino una Iglesia libre: libre de la ambición, del poder, del clericalismo, y abierta al soplo del Espíritu que renueva todas las cosas. Como escribía San Óscar Romero, “con los pobres de la tierra quiere Dios construir su Iglesia”. Esa sigue siendo, hoy, la tarea pendiente y la promesa viva de Dilexi te.
En su reflexión, el purpurado confiesa sentirse tocado por dos aspectos esenciales del texto pontificio: la alusión a San Óscar Romero y el reconocimiento explícito al aporte de la Iglesia latinoamericana en la opción preferencial por los pobres. No es casualidad, afirma. América Latina fue el único continente que asumió oficialmente el desafío del Vaticano II, convirtiendo sus enseñanzas en acción pastoral, en una “recepción creativa” que supo leer los signos de los tiempos desde la realidad de los pueblos.
La herencia de una Iglesia encarnada
El Cardenal recorre la historia reciente del magisterio. Desde el aggiornamento de San Juan XXIII —quien soñó con “una Iglesia de todos, pero especialmente de los pobres”— hasta el clamor pastoral de San Óscar Romero, quien hizo vida esa opción en su entrega total, la Iglesia ha ido tejiendo una identidad cada vez más encarnada en el sufrimiento humano.
El texto de Rosa Chávez recuerda cómo el Concilio Vaticano II, con Lumen Gentium y Gaudium et Spes, abrió una puerta decisiva: la Iglesia no está fuera del mundo, sino dentro de él, compartiendo sus gozos y angustias. Esta presencia solidaria se concretó en Medellín (1968), cuando los obispos latinoamericanos afirmaron que los pobres no son un problema que resolver, sino un lugar teológico donde Dios se revela.
Romero: voz que sigue resonando
En Dilexi te, el Papa León XIV —como subraya Rosa Chávez— recoge el testimonio de Romero, aquel pastor que fue “voz de los que no tienen voz”. Su martirio, más que una tragedia, fue una proclamación viva de fe y justicia. En sus últimas palabras, el santo salvadoreño pedía que la Iglesia no se quedara en los textos del Concilio o Medellín, sino que los hiciera vida en medio de la conflictiva realidad de los pueblos. Su mensaje no ha perdido vigencia: el Evangelio no se predica solo con palabras, sino con la valentía de denunciar la injusticia y consolar el dolor del pueblo.
Una continuidad profética
El purpurado traza un hilo de continuidad en su reflexión, que une a los papas del siglo XX y XXI: Juan XXIII con su apertura conciliar, Pablo VI con su sensibilidad social, Juan Pablo II con su defensa de la dignidad humana, Benedicto XVI con su teología de la comunión, y Francisco —el “nuevo Juan XXIII”— con su llamado a una Iglesia en salida, sinodal, pobre y misionera. Todos ellos, dice, con estilos diversos, han reafirmado que la opción por los pobres no es una ideología, sino una exigencia evangélica.
El recorrido que hace el Cardenal por los documentos de Puebla, Santo Domingo, Aparecida y ahora Dilexi te, muestra cómo el magisterio se ha ido enriqueciendo. La opción por los pobres, en palabras de Benedicto XVI, está “implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se hizo pobre por nosotros”. Es decir, no se trata solo de una dimensión social, sino de una verdad teológica: el Dios hecho hombre eligió la pobreza como camino de salvación.