Por Rebeca Reynaud
En la tragedia griega, Antígona, muere el rey, éste tenía dos hijos y dos hijas. Los dos hijos quieren reinar, así que convienen en que cada uno reinará un año. Al término del año, el rey dice que ya le gustó mandar y se queda con el trono. Se hace una guerra civil y muere uno de ellos, Polinice. El tío, Creonte, se queda con el trono y prohíbe que se dé sepultura a los dos hijos del rey, como escarmiento.
Las hijas, Ismene y Antígona reaccionan de modo diferente. Ismene llora y ya; Antígona desobedece el decreto decide sepultar a Polinice y ofrecerle ritos fúnebres porque así lo quieren los dioses, así que lo entierra. Hay un conflicto entre la ley humana de Creonte y la ley divina -representada por Antígona-.
El rey se entera y manda que la metan a una cueva y le pongan una tapia. El coro está presente toda la tragedia y dice, entre otras cosas, que el ser humano siempre tiene salidas, y la única cosa que no tiene salida es la muerte. El principal mensaje de la tragedia la da el coro.
La tragedia de Sófocles explora temas como el destino, el orgullo y la moralidad. Las tragedias griegas nos ayudan a conocer el misterio del hombre, que es un solucionador de problemas.
En De la brevedad de la vida, escribe Séneca: “Salvo unos pocos hombres, a todos los hombres los abandona la vida en el momento mismo en que se disponen a vivirla”. También dice que los hombres suelen pasar la mayor parte de su vida haciendo el mal; un gran parte, no haciendo nada y toda la vida en no hacer lo que debían.
Está establecido que todos los hombres hemos de morir una sola vez. Para los que tenemos fe, la muerte será llegar a la casa del Padre, a la cita a la cual nos hemos estado preparando toda la vida con ilusión. Esperamos llegar a la casa del Padre, pero no queremos morir pronto porque queremos dar mucha gloria a Dios.
Por estadísticas se sabe que dedicamos una tercera parte de nuestro tiempo a dormir, una octava parte, a las comidas, una doceava parte a ver la TV; otra doceava parte lo dedicamos a viajar en transporte en la ciudad. Contamos con un tercio de tiempo útil: un 40 o 50%.
Al atardecer de la vida se te examinará sobre el amor, dice San Juan de la Cruz. Es mucho lo que se puede hacer en una vida por amor de Dios. La vida es tiempo de correspondencia a la gracia, es el espacio que Dios nos ha concedido para ganarme el Cielo. Dios pone un reloj, y no sabemos cuándo va a decir “hasta aquí”.
El secreto de la felicidad está en el hoy. ¿Me he portado hoy como para ganarme la sonrisa de Jesús?
Un dicho latino dice: “La muerte es cierta; la hora, incierta”.
Los campeones de las próximas Olimpiadas tienen entre 16 y 22 años. Uno de ellos comentó: Seré dentro de cinco años lo que siembre hoy.
 
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