Entrevista con el secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión

Por Gilberto Hernández García |

En México, según datos del INEGI,  el 83.9 % de la población se declara católica; el resto se divide entre Iglesias protestantes históricas, congregaciones evangélicas o pentecostales, otras religiones no cristianas y personas sin religión. Esta situación exige de los católicos la “apertura para dialogar desde la propia identidad y el respeto de la fe de las demás personas”, según dice en entrevista el padre Hilario González García, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión (CDIC).

¿Qué significa para la convivencia y desarrollo de México la diversidad religiosa que ahora vivimos?

El país necesita del diálogo para llegar a proyectos comunes y no lo estamos logrando. Los creyentes de las distintas expresiones religiosas debemos aportar, desde nuestra propia tradición, virtudes y valores que ayuden a desarrollarnos plenamente como personas y como nación. Los católicos debemos valorar la riqueza de nuestra fe, de manera particular en el de compromiso social. Toda religiosidad tendrá en este punto el parámetro de credibilidad.

¿Cómo ve la Iglesia católica el crecimiento de otras denominaciones cristianas?

Es una oportunidad para evangelizar. La Iglesia católica en México tiene la misión de presentar el Evangelio de Jesucristo a la sociedad, a católicos y a no católicos. Ser la religión mayoritaria no significa que la tarea evangelizadora ha concluido. El experimentar que no se es “tan mayoritaria” como antes no debe ser motivo para renunciar a la misión fundamental. El diálogo interreligioso y el diálogo ecuménico son elementos indispensables de la misión de la Iglesia.

Nos duele que ese crecimiento sea a costa de católicos, pues nos recuerda que no hemos dado testimonio o que no hemos podido atender las necesidades religiosas de nuestros hermanos, y que no hemos enseñado a dar razón de nuestra fe.

¿Es posible el diálogo ecuménico e interreligioso en México?

Muchos pastoralistas y expertos en sociología religiosa opinan que este tipo de diálogo es imposible porque culturalmente no estamos preparados para dialogar. La realidad es que hemos aprendido que ser de diferentes tradiciones religiosas significa que somos contrincantes, nos atacamos y nos descalificamos.

Desgraciadamente el proselitismo religioso en México tiene la marca del enfrentamiento y de la desacreditación. Con esta marca no se puede dialogar en ningún campo. Sin embargo, estamos tomando conciencia de que la confrontación no habla bien de los que nos decimos cristianos; es el escándalo que damos a los no cristianos.

Este es el caso del diálogo ecuménico, donde fieles de diversas tradiciones cristianas encuentran que tienen más elementos en común que aquellos que los distinguen. El diálogo ecuménico es un servicio a la Verdad revelada, vivida y transmitida en la comunidad de creyentes que se llama Iglesia. Hay que recordar que el auténtico diálogo ecuménico pide interlocutores cristianos, es decir, que los interlocutores sean fieles a las enseñanzas de Jesús.

En el caso del diálogo interreligioso, el tenor del mismo es más humanitario y espiritual que doctrinal y moral. Los creyentes de diferentes religiones, con propuestas doctrinales, cultuales, morales y espirituales, incluso incompatibles entre sí, descubren que el “creer en Dios” o tener “una experiencia espiritual” transforma a las personas y les ayuda a avanzar en plenitud. En este diálogo, los interlocutores no buscan la unidad sino la manera en que se pueda aportar a la sociedad, muchas veces “atea” o secular, virtudes y valores que ayuden a tener una visión espiritual y trascendente del ser humano. Si la tentación es darse por vencido en este mundo, la fe religiosa hace que la persona confíe y tenga esperanza en medio de la adversidad.

¿Cómo se ha dado este diálogo en nuestro país?

Ambos diálogos son incipientes. La evolución social y cultural de nuestro país han “presionado” a las religiones a que entren en diálogo para dar luz y esperanza a esta época de cambios y de desconciertos. Las personas siguen siendo espirituales aunque se declaren “sin religión” en los censos. El desencanto cultural no ha minado totalmente la figura de la religión como lugar de encuentro fraterno y de orientación para la vida. Intuimos que estamos hechos para encontrarnos con Dios y estamos buscando ese encuentro. Sabemos que somos hermanos y que tenemos nuestro origen en Dios y esta convicción está motivando a iniciar los diálogos.

Corresponde a las personas religiosas, independientemente de la jerarquía que tengamos en nuestra religión, dar un testimonio creíble, atractivo y verdaderamente espiritual de nuestra fe.

Como católicos sabemos que este testimonio es urgente no sólo porque somos mayoría, sino porque un elemento esencial de nuestra religión católica el dar razón de nuestra esperanza a quien nos lo pida. Volvemos a la clave del diálogo: si tengo clara mi identidad católica, puede participar con otros en la búsqueda del bien común.

¿Con qué Iglesias o grupos confesionales se mantiene este diálogo?

En México estos diálogos son incipientes y ocasionales. Al presente no tenemos un diálogo oficial con alguna confesión cristiana o con alguna otra religión, pero se busca establecer lazos de amistad y buena intención entre los creyentes. Ya están en funciones varios Consejos Interreligiosos estatales y están en proceso de formación algunos más. Estos consejos pretenden expresarse y actuar a favor de valores sociales que necesitamos: paz, justicia, derechos humanos, defensa de la vida.

¿En qué momento nos encontramos en este diálogo?

En México, la CEDIC (Comisión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión) existe desde el año 2007. Estamos vislumbrando el horizonte del diálogo, tanto para el ecumenismo como para con las demás religiones.

La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, desde el año 2009 se ha venido promoviendo en la CEM y en las diócesis el uso de este material. Además en varias diócesis hay ya comisiones diocesanas que promueven el diálogo ecuménico y el interreligioso.

En cuanto a los avances hay tres signos muy importantes: Ya existe una comisión episcopal; tenemos obispos y sacerdotes que asumen este elemento esencial de la misión de la Iglesia; hay fieles católicos que se interesan en este tema y lo ven como parte de la vivencia de su fe.

En lo que toca a los obstáculos, creo que hay ignorancia sobre el tema, desconocimiento de su posibilidad y de sus objetivos; falta de conciencia ecuménica en los agentes de pastoral.

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