MISIONES SALESIANAS |

El arzobispo emérito salesiano de Guwahati, India, Thomas Menamparampil, coordinador del equipo ecúmenico por la justicia y la paz, trabaja por favorecer el diálogo en el noreste de la India como fuente de resolución de conflictos. Thomas Menamparampil fue propuesto como candidato al premio Nobel de la paz en el año 2011 por sus iniciativas para construir la paz en la región de Guwahati.

«En el inestable noreste de la India, numerosos grupos de rebeldes están combatiendo frente al ejército por la autonomía política y beneficios económicos. El único poder respetado por todas las partes son las Iglesias cristianas. En situaciones de crisis, el arzobispo salesiano Thomas Menamparampil, conduce a un equipo de paz interconfesional y a los rebeldes a la mesa de negociación». Así empieza el reportaje ‘God’s Rapid Response Team’ publicado por la organización ‘Peacebuilders across the world’.

«Todos nosotros somos imperfectos antes de echar la culpa a alguien estaría bien que nos miráramos a nosotros mismos y ver que también podemos equivocarnos. Puedo ser culpable de rabia o de falta de racionalidad, y descubrir que puedo cometer los mismos errores que encuentro en los demás. Me tengo que preguntar si no tengo yo también algo de Saddam Hussein antes de apresurarme a juzgarle, dice el arzobispo.

Thomas Menamparampil habla del proceso a seguir en estas mesas de negociación»Como parte de una misma estrategia, en una primera fase, nos concentramos en reducir la rabia. Escuchamos, escuchamos, y escuchamos. No juzgamos. No pronunciamos discursos cuando la rabia nos domina; al contrario. A ellos les motiva, la injusticia que dicen haber sufrido; les mostramos simpatía por sus concretas reclamaciones. Sobre todo, buscamos profundizar en el dolor de la gente, en su agonía interior, en su sentimiento por la pérdida de sus familiares, de sus casas, de sus propiedades».

El periodista Michael Gleich se sorprende ante las palabras del arzobispo salesiano: «No pretendía escuchar algo espectacular. Esperaba que el jefe de un ‘equipo de paz’ fuera más activo: con habilidad especial para razonar, discutir, negociar; dicho de otra manera, un hombre de acción, y ahora siento que el instrumento más fuerte es la presencia compasiva.

El arzobispo continua: «Lo más importante que hacemos se resume en una sola pregunta: Esta manera de afrontar vuestros problemas, el camino de la violencia, ¿os servirá de algo? ¿Os ayudará en la causa que defendéis? Este método de la violencia, ¿os va a ayudar en algo a vosotros, al futuro de vuestra comunidad, o tal vez vuestro movimiento perderá respeto ante las personas, manchará su imagen y fracasará en su intento de provocar la simpatía de la sociedad?».

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