Mucho se ha hablado del «espíritu de Aparecida» presente en el pontificado del Papa Francisco. Y es que, como es sabido, el entonces Cardenal Bergoglio fue miembro de la comisión que redactó el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Brasil el año 2007.
Para muchos ha sido todo un descubrimiento lo que el documento encierra y ha servido de inspiración para el Papa. En ese sentido, uno de los tópicos comunes de los discursos de Francisco (como también de Benedicto XVI, hay que decirlo) es el de propiciar el encuentro personal con Cristo, que provoque una adhesión consciente a su persona y proyecto. Sin ese momento fundante el seguimiento de Cristo será vacilante, cuando se llegue a dar.
En la base de la fe
El teólogo chileno Sergio Torres González, a la hora de desentrañar los temas medulares Aparecida, se refiere particularmente al señalado en el número 41 del documento conclusivo: “Los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido”.
El también catedrático, citando el mismo número del documento, enfatiza que “a todos nos toca volver a comenzar a partir de Cristo, reconociendo que no se empieza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro de un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, así, una orientación decisiva”, como ya había señalado con insistencia Juan Pablo II.
De no “recomenzar desde Cristo”, con todo lo que ello implica, advierte, se corre el riesgo, como bien señala Aparecida, de que “el rico tesoro del Continente Americano… su patrimonio más valioso: la fe en Dios amor… siga erosionándose y diluyéndose de manera creciente en diversos sectores de la población”.
Revitalizar nuestro modo de ser católico
“Nos encontramos ante el desafío de revitalizar nuestro modo de ser católico y nuestras opciones personales por el Señor, para que la fe cristiana arraigue más profundamente en el corazón de las personas”.
En palabras del padre Torres González, la anterior frase entraña “el cambio que Aparecida pretende para la Iglesia del continente”. Este “nuevo modo de ser católico” incluye varios aspectos o dimensiones, particularmente en lo que toca al contexto o a la situación en que se desarrolla la pastoral o la acción de la Iglesia, porque no se puede hacer una pastoral abstracta, sin tener presente “el rostro” de los involucrados.
Así las cosas, Aparecida reconoce que la pastoral debe partir de la realidad, porque esta acción “no puede prescindir del contexto histórico en que viven sus miembros. Su vida acontece en contextos socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el Reino de Dios” (DAp 367).
La tarea de “recomenzar desde Cristo”, tiene implicaciones insoslayables en el “hoy latinoamericano”: someter a examen nuestro seguimiento de Jesús; entender el papel central de la Buena Noticia del reino de la vida; redescubrir al Espíritu Santo como protagonista de la misión; el papel de la comunidad cristiana, particularmente la comunidad de base, como sujeto de la evangelización-misión, entre otros.