En el Ángelus dominical el Papa Francisco ha dado gracias a Dios por «el don» de la peregrinación a Asís en la fiesta del «pobrecillo», y ha reflexionado sobre las palabras del Evangelio: «Aumenta en nosotros la fe». Dijo: «Nuestra fe es pequeña, nuestra fe es débil, frágil, pero te la ofrecemos así como es para que tú la hagas crecer».
Francisco dio que el Señor nos responde que basta una fe pequeñísima como un grano de mostaza, pero verdadera y sincera para hacer cosas humanamente imposibles, impensables. «Y ¡es verdad! Todos conocemos personas simples, humildes, pero con una fe muy fuerte, capaz de mover montañas, como los papás y las mamás que afrontan situaciones muy pesadas; o ciertos enfermos, también gravísimos que transmiten serenidad».
El Santo Padre recordó que «en este mes de octubre, que está dedicado de modo particular a las misiones, pensemos en los tantos misioneros, hombres y mujeres, que para llevar el Evangelio han superado obstáculos de todo tipo, han dado verdaderamente la vida». Afirmando a continuación que «esto atañe a cada uno de nosotros, en la propia vida de cada día, puede dar testimonio de Cristo, con la fuerza de Dios, la fuerza de la fe». Una fuerza dijo que tomamos de Dios en la oración, que es la respiración de la fe, «en una relación de confianza, de amor, no puede faltar el dialogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios».
Recordó también que octubre es el mes del rosario y la súplica a la Virgen de Pompeya. Afirmando que ¡es una escuela de oración, una escuela de fe!
Después de la oración mariana, el Santo Padre pidió que se rezara en silencio por las víctimas de la nueva tragedia de Lampedusa y recordó la beatificación, ayer en Módena del joven mártir italiano Rolando Rivi, recordando que la fe en Jesús vence el espíritu del mundo e invitando a la acción de gracias por su testimonio. Y saludó de forma especial a la comunidad peruana de Roma que llegó a la Plaza de San Pedro llevando en procesión la imagen del Señor de los Milagros.