«La Iglesia es católica porque es el espacio, la casa en la que se anuncia la fe entera, en la que la salvación que Cristo ha traído se ofrece a todos». Así dijo el Papa Francisco en la catequesis de la audiencia general de este miércoles, en donde siguió reflexionando sobre la Iglesia; específicamente sobre la catolicidad y ofreció tres significados fundamentales de esta nota.

En primer lugar, «la Iglesia es católica porque es la casa de todos: todos son hijos de la Iglesia y todos están en esa casa». «La Iglesia nos hace encontrar la misericordia de Dios que nos transforma, porque está presente en Jesucristo, que le da la verdadera confesión de la fe, la plenitud de la vida sacramental, la autenticidad del ministerio ordenado. En la Iglesia cada uno encuentra todo lo necesario para creer, para vivir como cristiano, para ser santo, para caminar en todo lugar y en toda época».

También «la Iglesia es católica porque es universal, está presente en cualquier lugar del mundo y anuncia el Evangelio a todo hombre y a toda mujer. La Iglesia no es un grupo de élite, no tiene que ver sólo con algunos. La Iglesia no tiene cerrazones, está invitada a la totalidad de las personas, a todo el género humano. Y la única Iglesia está presente también en sus pequeñas partes. Cualquiera puede decir: en mi parroquia está presente la Iglesia católica, porque ésta forma parte también de la Iglesia universal, también ésta tiene la plenitud de los dones de Cristo, la fe, los sacramentos, el ministerio; está en comunión con el obispo, con el Papa y está abierta a todos, sin distinciones».

Finalmente, hay un tercer significado: «la Iglesia – observó – es católica porque es la ‘Casa de la armonía’, donde unidad y diversidad saben conjugarse para ser riqueza. Pensemos en la imagen de una sinfonía, que quiere decir acuerdo y armonía, varios instrumentos suenan juntos; cada uno mantiene su timbre inconfundible y las características de sonido de ponen de acuerdo sobre algo común. Hay uno que guía, el director, y en la sinfonía que se ejecuta todos suenan juntos en ‘armonía’, pero no se cancela el timbre de cada instrumento, la peculiaridad de cada uno, al contrario, es valorado al máximo”.

El Santo Padre invitó a los presentes a reflexionar sobre la propia actuación en la Iglesia, en la parroquia: ¿cómo vivo yo en la Iglesia? ¿Cómo acojo los dones que me ofrece para crecer, para madurar como cristiano? ¿Participo en la vida de comunidad o voy a la iglesia y me cierro en mis problemas, aislándome de los demás? ¿en nuestras comunidades vivimos en armonía, o peleamos entre nosotros?

Y el Papa añadió: « ¿Tendemos a uniformar todo? La uniformidad mata la vida. La vida de la Iglesia es variedad, y cuando queremos poner esta uniformidad a todos, matamos los dones del Espíritu Santo. Oremos al Espíritu Santo, que es precisamente el autor de esta unidad en la variedad, de esta armonía, para que nos haga cada vez más ‘católicos’, es decir, en esta Iglesia que es católica y universal».

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