Monseñor Carlos Garfias, arzobispo de Acapulco dijo en un comunicado que la tormenta tropical Manuel «nos rebasó a todos y nos descubrió nuestras debilidades pastorales relacionadas con los tiempos de crisis». También dio a conocer una serie de acciones que emprenderán las diócesis de la Provincia eclesiástica de Acapulco para aprender de la tragedia y acompañar al pueblo en estas situaciones.

En ese sentido señaló que la Arquidiócesis de Acapulco ha construido capacidades para atender las emergencias relacionadas con la violencia, mediante la atención integral a las víctimas, pero admite que «no estábamos preparados con las capacidades necesarias para afrontar la emergencia con ocasión de las lluvias. Por ello, estamos emprendiendo una serie de acciones que nos ayuden a contar con una plataforma eclesial y social que nos ponga en condiciones de mejores respuestas».

Una de las acciones programadas para el mes de noviembre es un taller para agentes de pastoral de las cuatro diócesis de la Provincia Eclesiástica de Acapulco que tendrá el objetivo de asimilar una metodología autogestiva y solidaria que incluya las fases de la emergencia, la rehabilitación, la reconstrucción y la prevención y permita hacer un análisis de las causas del desastre pasado y elaborar una estrategia de acompañamiento pastoral a lo largo de estas fases.

«Otra acción relacionada con el fortalecimiento de capacidades ha sido un encuentro de los sacerdotes de la Arquidiócesis en la que hemos buscado compartir nuestras experiencias pastorales relacionadas con la emergencia para plantear formas de acompañamiento eficaces a las comunidades afectadas. Queremos convertir este tiempo de prueba y de dolor en tiempo de gracia y de oportunidades para mejorar nuestra presencia pastoral», señaló monseñor Garfias Merlos.

El  arzobispo de Acapulco también hizo referencia a los recientes encuentros que ha tenido la Iglesia con representantes del Ejército Mexicano y el Gobierno Federal «para intercambiar puntos de vista relacionados con la pasada emergencia y con los procesos ciudadanos de colaboración para la seguridad» y para hacer algunos planteamientos relacionados con la reconstrucción que viene, tanto de la infraestructura pública como de las viviendas para las familias afectadas.

«Ahora las diócesis guerrerenses nos preparamos para acompañar a los pueblos que han de ser reubicados y que han de reconstruir sus viviendas. Creemos que este esfuerzo tiene que contar con la decidida participación de los afectados para que sean sujetos de su propio desarrollo. Ojalá se abran cauces para que las familias y las comunidades afectadas sean escuchadas y participen en la reconstrucción de sus viviendas y de sus entornos, respetando sus costumbres, sus estilos de vida y sus culturas», concluyó el obispo Garfias Merlos.

 

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