Concluyó la Peregrinación y Encuentro Continental “Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización en el Continente Americano”, convocado por la Pontificia Comisión para América Latina (CPAL), y el Cardenal Marc Ouellet, prefecto para la Congregación para los Obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina resumió la experiencia en tres palabras: grito, gracia y gratitud.
Grito, ya que el peregrino trae consigo el clamor personal, familiar y social de los enfermos, de los pobres, de los marginados, de los migrantes, de los drogadictos, de las víctimas de la violencia y de los jóvenes que no reciben de su familia la transmisión de la fe. “En ellos podemos escuchar a Jesús que nos dice: tengo sed”, puntualizó el Cardenal Ouellet
Gracia, porque en el Tepeyac María nos lleva a Jesús; le presenta nuestra necesidad y nos invita a trabajar cómo discípulos y misioneros en la construcción de su casa, la Iglesia, lo que exige conversión personal y pastoral para brindar a todos amor, unidad, refugió y ternura.
Gratitud, que conduce al compromiso de ser discípulos-misioneros en perspectiva continental, procurando la santidad personal, familiar, parroquial y diocesana, a fin de dejar ver a Dios e ir a las periferias para comunicar organizadamente la luz de la fe, sabiendo adaptarnos al cambio de época, aprovechando los recursos de la tecnología y creando redes con universidades, parroquias y movimientos.
El Cardenal Ouellet, quien fungió como delegado papal para este Encuentro, exhortó a los participantes a llevar el mensaje de Guadalupe a los santuarios de América y crear una red entre ellos, fortaleciendo así la pastoral de santuarios en todo el Continente, lugares privilegiados de fe popular y de nueva evangelización.
Con respecto a los jóvenes, el obispo emérito de Quebec advirtió que han perdido la fe en buena medida por la pérdida de credibilidad de algunos sacerdotes de la Iglesia católica. Insistió en que la recuperación de los jóvenes a la vida de la fe significaría un avance muy grande en el combate a la violencia que asola a América Latina desde hace dos décadas, por lo menos.
“Nos vamos con la conciencia de que los jóvenes tienen que ser misioneros y apóstoles para la