El Papa Francisco ha dicho que la Iglesia Católica «es consciente del valor que reviste la promoción de la amistad y del respeto entre hombres y mujeres de tradiciones religiosas diversas». Así lo señaló al recibir a los participantes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, que ha estado dedicada al tema “Miembros de diferentes tradiciones religiosas en la sociedad”.

El Santo Padre expresó que cada vez más comprendemos la importancia de las diversas religiones «sea porque el mundo se ha vuelto “más pequeño”, sea porque el fenómeno de las migraciones aumenta los contactos entre personas y comunidades de tradiciones, culturas y religiones diversas. Este hecho interpela nuestra conciencia de cristianos y es un reto para la comprensión de la fe y para la vida concreta de muchísimos creyentes».

Francisco reafirmó que «una actitud de apertura en la verdad y en el amor debe caracterizar el diálogo con los creyentes de las religiones no cristianas, a pesar de los varios obstáculos y dificultades, particularmente los fundamentalismos de ambas partes».

Efectivamente «no faltan en el mundo contextos en que la convivencia es difícil» porque «a menudo razones políticas o económicas se superponen a las diferencias culturales y religiosas haciendo también hincapié en incomprensiones y errores del pasado: todo ello puede generar desconfianza y miedo. Hay un solo camino para vencer ese miedo y es el diálogo, el encuentro caracterizado por la amistad y el respeto».

 

El Papa explicó que dialogar no significa renunciar a la identidad propia cuando se sale al encuentro del otro, ni tampoco ceder a compromisos sobre la fe y la moral cristiana. Y abundó que «el diálogo interreligioso y la evangelización no se excluyen, sino que se alimentan recíprocamente». Por eso insistió en que «no imponemos nada, no usamos ninguna estrategia solapada para atraer a los fieles, sino que testimoniamos con alegría y sencillez lo que creemos y lo que somos».

También subrayó que las sociedades secularizadas piensan que la convivencia en un mundo global sólo es posible si se esconde la pertenencia a nuestras religiones, «encontrándonos en una especie de espacio neutro, privado de referencias a la trascendencia»; al señalar que ese no es el camino, cuestionó «¿cómo sería posible construir una sociedad que sea una casa común auténtica, si se impone dejar de lado lo que cada uno considera parte esencial de su propio ser?»

Francisco insistió en que «el futuro está en la convivencia respetuosa de la diversidad, no en la homologación a un pensamiento único teóricamente neutral. Por eso es imprescindible el reconocimiento del derecho fundamental de libertad religiosa en todas sus dimensiones. El Magisterio de la Iglesia se ha expresado en las últimas décadas sobre este tema con gran determinación. Estamos convencidos de que la construcción de la paz en el mundo pasa a través de este camino».

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