Una conversación con Alejandro Soriano Vallès | Primera de tres partes |
Por Gilberto Hernández García |
Este 12 de noviembre se han cumplido 342 años del nacimiento de Juana de Asbaje, mejor conocida como Sor Juana Inés de La Cruz; una de las máximas figuras del llamado «Siglo de Oro» de la literatura en español.
Conversé con Alejandro Soriano Vallés, hoy por hoy el más destacado biógrafo de Sor Juana Inés de la Cruz: ha dedicado más de 25 años de investigación en torno a la vida y obra de la llamada “décima musa”. Su último trabajo, publicado en 2010, se llama “Sor Juana Inés de la Cruz. Doncella del Verbo”, y tiene la finalidad de presentar y valorar a la religiosa jerónima no sólo como intelectual, sino, también como monja católica.
A Sor Juana Inés de la Cruz se le ha catalogado de diversas maneras (poetisa, mística, feminista, “buena religiosa”, intelectual de avanzada, “enciclopédica”, “fugada del mundo”, adversaria de la Iglesia desde dentro, lesbiana…) y se le ha convertido en bandera de las más variopintas causas, ¿cuál es el rostro más veraz y creíble que de ella emerge, después de los largos años de investigación que usted le ha dedicado?
Sor Juana es el mejor poeta mexicano de todos los tiempos y uno de los genios de la literatura universal. Eso no lo discute nadie, en eso estamos todos de acuerdo. Las desavenencias surgen al momento de desentrañar su vida y pensamiento. Quienes desde la posmodernidad y adoptando una postura “crítica”, no comparten ni la fe ni la cultura católicas de la monja, pocas veces dan crédito a que sean ellas las raíces del ser de una figura tan carismática. Se produce entonces un movimiento de reacción “instintivo”: “no es posible que una mujer como ésta haya surgido de ese medio «oscurantista»; hay, por tanto, que descubrir sus «verdaderas» motivaciones”. Es aquí donde cada intérprete inyecta en la biografía y obra de Sor Juana su propia forma de ver el mundo.
Resulta claro que las “variopintas causas” de que se le ha vuelto bandera no surgen de realidades históricas, sino de interpretaciones caprichosas. Los críticos “descubren” lo que se les antoja “descubrir”. En última instancia, es la manía anticatólica, que supone que una época regida por los valores de la Iglesia es una época “retrógrada”, lo que los lleva a desfigurar a Sor Juana. Hay una gran ignorancia y fuertes prejuicios detrás de todo ello. Por si no bastara, los enemigos de la fe católica han usado a Juana Inés como ariete. Manipulando ideológicamente la historia, la han dotado de tantas máscaras como sean necesarias para alejarla de dicha fe. Así, la han catalogado de las maneras que usted menciona. Todas ellas buscan presentarla como disconforme con la fe cristiana.
Por contraste, la investigación científicamente rigurosa comprueba que Sor Juana fue lo que sus biógrafos primitivos (personas que la conocieron y tuvieron tratos con ella) afirman: una mujer que desde niña sintió vocación religiosa; que estuvo dispuesta a sacrificar su fama por ella; que fue amada, respetada y admirada por su sociedad; que apreció más —según sus propias palabras— “el nombre de católica y de obediente hija de mi Santa Madre Iglesia, que todos los aplausos de docta”; que en sus últimos años donó lo que más quería (sus libros) para bien de los pobres; y que murió evangélicamente. Esto, y no otra cosa, es lo que resulta de un análisis científico, es decir, apoyado en testimonios y pruebas documentales.
Usted titula uno de sus últimos libros “Sor Juana Inés de la Cruz, doncella del Verbo”, ¿Qué encierra en el fondo esta manera de mirarla?
El título quiere significar dos realidades. Por un lado, Sor Juana es “doncella del verbo” (“verbo” con minúscula) en tanto fue “Décima Musa”, una muchacha dueña desde su infancia del don de la palabra poética; genio, como dije, de la literatura universal. Por otro, es “doncella del Verbo” (“Verbo” con mayúscula, que es como debe aparecer cuando se cita el libro) en tanto fue una de las vírgenes de Cristo, esposa del Verbo Divino. El título encierra la intención que tiene la obra de mostrar a Juana Inés no sólo como intelectual, sino, apartándose con ello del resto de las biografías escritas en las últimas tres décadas, también como monja católica.
Ilustración: Mural «Sor Juana, creación y creenza» de Julio Carrasco Bretón