Por Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de las Casas

SITUACIONES

Regresamos de Roma llenos de esperanza. Los encuentros que tuvimos con el Papa Francisco y sus colaboradores nos colmaron de buenos augurios. Sin embargo, no podemos echar las campanas a vuelo, pues los procesos eclesiales son lentos y, por ello, seguros. El Papa, antes de tomar una decisión, debe consultar y escuchar diversas voces, para luego, con la luz del Espíritu, indicar el camino. Lo seguiremos, sea cual sea, aunque no concordara con nuestras peticiones. Somos Iglesia en comunión con Pedro y bajo Pedro, no francotiradores aislados. Queremos ser una Iglesia autóctona, encarnada en las culturas de nuestros pueblos, no una Iglesia autónoma.

Tuvimos la gracia de dialogar con el Papa, con las Congregaciones para la Doctrina de la Fe, Culto Divino, Obispos y Clero. Les presentamos la situación general de la diócesis, en particular la realidad de los indígenas, no sólo de Chiapas, sino del país y del continente. Pedimos el reconocimiento supremo de las traducciones litúrgicas a nuestros idiomas originarios y al náhuatl. Explicamos las razones que nos llevan a solicitar poder ordenar nuevos diáconos permanentes.

La Virgen de Guadalupe, con su solicitud amorosa por los pobres, por los indígenas, concertó que nuestras entrevistas fueran en estos días en que celebramos su aparición en el Tepeyac. La más importante fue con el Papa, precisamente el 12 de diciembre. Por la tarde de ese día, nos encontramos con el Prefecto de la Congregación para el Clero, cuyo dicasterio aprobó, en fecha anterior, el nuevo Directorio Diocesano para el Diaconado Permanente en los Pueblos Indígenas, que marca el camino a seguir en la selección y formación de los candidatos a dicho diaconado. Las demás entrevistas fueron en torno a estos días.

El sábado 14 pudimos concelebrar con el Papa en Santa Marta, donde reside. Fue muy estimulante ver que, en el centro del altar, tiene al Cristo de Chiapas, el del monumento en Copoya, de tal forma que diariamente tiene presente a nuestro Estado en el momento más importante, que es la Misa. Al terminar, nos saludó con mucho cariño y nos dijo palabras muy alentadoras. Posteriormente, en la Congregación para la Doctrina de la Fe, dialogamos sobre algunos criterios en torno a la Teología India y el Simposio que tendremos en Bolivia, en mayo de 2014, sobre uno de los temas más delicados: La Revelación y los pueblos originarios.

ILUMINACION

Para avanzar en la Iglesia, para comprendernos y no condenarnos unos a otros, necesitamos dialogar entre nosotros, abiertos a dejarnos interpelar por los otros, dispuestos a cambiar lo que sea necesario. El Papa Francisco, en su Exhortación sobre La Alegría del Evangelio, dice que el diálogo debe ser “siempre amable y cordial. La verdadera apertura implica mantenerse firme en las propias convicciones más hondas, con una identidad clara y gozosa, pero abierto a comprender las del otro y sabiendo que el diálogo realmente puede enriquecer a cada uno. No nos sirve una apertura diplomática, que dice que sí a todo para evitar problemas, porque sería un modo de engañar al otro y de negarle el bien que uno ha recibido como un don para compartir generosamente” (EG 251).

En el mismo documento trae a colación algo que pidieron los obispos de Oceanía: “Que la Iglesia desarrolle una comprensión y una presentación de la verdad de Cristo que arranque de las tradiciones y culturas de la región. Instaron a todos los misioneros a operar en armonía con los cristianos indígenas para asegurar que la fe y la vida de la Iglesia se expresen en formas legítimas adecuadas a cada cultura. No podemos pretender que los pueblos de todos los continentes, al expresar la fe cristiana, imiten los modos que encontraron los pueblos europeos en un determinado momento de la historia, porque la fe no puede encerrarse dentro de los confines de la comprensión y de la expresión de una cultura. Es indiscutible que una sola cultura no agota el misterio de la redención de Cristo” (EG 118).

COMPROMISOS

Que el Espíritu nos conceda apertura y docilidad a lo que sea más conveniente para la comunión eclesial.

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