Por Felipe de J. Monroy González, director de Vida Nueva México |

Proximidad. El nombramiento de los 19 nuevos cardenales que el papa Francisco anunció desde fines del año pasado y que definió este 12 de enero tiene una sensación de proximidad en cada uno de ellos. Evidentemente no hablamos solo de geografías políticas sino de proximidad vocacional en compartir los desafíos socio-culturales que más le apremian al pontífice: las periferias.

Cardenales curiales

Tal como se había supuesto, Francisco sólo dotó del birrete cardenalicio a cuatro arzobispos curiales y con ello quizá intentar robustecer la diversidad geográfica del colegio cardenalicio. Para tres de los cardenales curiales de cierto modo su función dentro de las oficinas vaticanas prescribe el cardenalato:Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano; Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; y  Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero.  El último esLorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, este último nombramiento, también afincado en una tradición que Francisco ha decidido mantener.

El mundo más cercano

En el concierto de las sedes cardenalicias tradicionales en alta expectativa de purpurado, Bergoglio resolvió a favor de Vincent Gerard Nichols, Westminister (Gran Bretaña); de Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia-Ciudad de la Pieve (Italia); de Andrew Yeom Soo Jung, arzobispo de Seúl (Corea del Sur); de Mario Aurelio Poli, Buenos Aires (Argentina); y de Ricardo Ezzati Andrello, Santiago de Chile. Esta dos últimas, buenamente esperadas. El primero por ser el sucesor de Bergoglio en la capital porteña y el segundo, gracias quizá a la proximidad del cardenal emérito chileno, Francisco Javier Errázuriz,  miembro del exclusivo consejo de cardenales, mediáticamente conocidos como el C-8.

Otros dos nombramientos en América Latina tienen sensación de cercanía: el arzobispo de Managua (Nicaragua), Leopoldo José Brenes Solórzano; y el arzobispo de Río de Janeiro (Brasil), Orani Joao Tempesta. El país centroamericano también cuenta con un arzobispo emérito, Miguel Obando Bravo, que aunque no participó en el cónclave del 2013, sí lo hizo en el del 2005, bien conocido por Bergoglio. Además vecino de esta zona umbilical de América, es el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), cuya personalidad y liderazgo ha sido definitivo en el proceso de la reforma de la curia que ha emprendido Francisco, es presidente de Cáritas Internacional y el coordinador del famoso C-8.

En lo que respecta al arzobispo carioca, quedó en claro el liderazgo mostrado por Tempesta entre sus homólogos brasileños durante la Jornada Mundial de la Juventud del año pasado y que Francisco testimonió.

El último cardenal americano es Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Québec (Canadá). Aunque la sede francesa tiene historia cardenalicia propia, Lacroix es sucesor en el arzobispado de Marc Oullet, el actual prefecto para la Congregación de los Obispos y uno de los hombres más cercanos por función al Santo Padre.

Un nuevo cardenal que también habla de proximidad y periferia será Orlando B. Quevedo, arzobispo de Cotabato (Filipinas). Filipinas, además de ser un numeroso país católico, cuenta en su ciudad capital Manila, con el cardenal más joven del colegio: Luis Antonio Tagle, quien ha causado muy buena impresión tanto en el papa emérito Benedicto XVI como en el papa Francisco.

Cardenales en las periferias

Los nuevos cardenales que han sorprendido significativamente son aquellos nombrados de las periferias del mundo católico: Jean-Pierre Kutwa, arzobispo de Abidjan (Costa de Marfil); Philippe Nakellentuba Ouédraogo, arzobispo de Ouagadougou (Burkina Faso); y Chibly Langlois, arzobispo de Les Cayes (Haití). En el caso de los países africanos, es manifiesta la confianza del papa Francisco en las iglesias africanas en la voz de inculturación que la Iglesia requiere en las sociedades multiétnicas y pluriculturales; en sus nombramientos parece intuir la importancia en el sínodo de las Iglesias africanas y su caminar en el compromiso local particular.

Sin embargo, la gran sorpresa es el nuevo cardenal para Haití, Chibly Langlois; el país más pobre del continente, devastado constantemente por desgracias tanto ambientales como políticas y económicas. Quizá no haya periferia más necesitada en la zona americana de una voz que a la vez conjunte concordia y justicia en bienestar de un pueblo largamente menospreciado. Será el primer cardenal en la historia de Haití y ya veremos si el birrete púrpura facilita el acercamiento de la Iglesia universal con la isla y viceversa. También Burkina Faso se estrenará como sede cardenalicia.

Birretes honorarios

Francisco no olvidó a los mayores; arzobispos eméritos mayores de 80 años que no pueden ser electores pero que simbolizan la gratitud y el reconocimiento a hombres del perfil preferido del Papa. Son Loris Francesco Capovilla, arzobispo emérito de Loreto (Italia); Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona (España) y Kelvin Edward Felix, arzobispo emérito de Castries (Santa Lucía de las Antillas Menores). A todos hay que voltear a verles, conocerles y leerles para comprender su importancia como referentes para la Iglesia contemporánea.

México debe esperar

Aunque se esperaba que por lo menos uno de los birretes cardenalicios se destinara a México por su importancia en el concierto global para la Iglesia católica; en el primer consistorio de Francisco, solo estarían presentes para la celebración los actuales cardenales en funciones: Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México; y Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara; podrían acudir también  los eméritos Javier Lozano Barragán y Juan Sandoval Íñiguez.

El Colegio Cardenalicio tiene actualmente 199 miembros, de los cuales 109 son electores y 90 no lo son, por haber superado los 80 años. Estos proceden de 65 países. Con las nuevas designaciones, serán 218, de 67 países, al añadirse un representante de Burkina Faso y otro de Haití.

@monroyfelipe

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