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El 31 de enero se está celebrando a un santo que tiene mucho que ver con los jóvenes: San Juan Bosco o sencillamente «Don Bosco», como es conocido en todo el mundo. En el año 2013 se celebraron 145 años de la muerte de este sacerdote italiano que amó con profundidad a los muchachos y muchachas de su tiempo y su entorno y contagió sus ideales a la congregación que fundó: los salesianos.

Esta misma semana en un canal de televisión vi una película en dos partes sobre la vida de Don Bosco y me dejó muy interesado. Francamente me impresionó la vida de este hombre de Dios que lo menos que pude hacer fue agradecer a nuestro Padre Dios por haber permitido que alguien así hubiera habitado en la tierra; en un momento en que la juventud de una ciudad más lo necesitaba y que, con ese acto, naciera un gran movimiento a favor de los jóvenes.

Vida entregada a la juventud en riesgo

Dice la biografía de este inigualable santo que nació en 1815 en un caserío de Castelnuovo, diócesis de Turín, Italia. Su familia fue de pobres campesinos. Quedó huérfano de padre (Francisco Bosco) a los dos años. Su madre Margarita Occhiena lo sacó adelante con inteligencia y energía. Le enseñó a trabajar la tierra y a ver a Dios en la naturaleza, la vida y el trabajo cotidiano.

Después de muchos y esfuerzos y sacrificios durante su formación, finalmente fue ordenado sacerdote el 5 de junio de 1841. Poco después de ser ordenado se dedicó sobre todo a educar a la juventud marginada de los barrios más deprimidos de Turín. Comprendió los problemas fundamentales de los jóvenes de su tiempo y se dedicó a la fundación de oratorios festivos, escuelas diurnas y nocturnas, seminarios, colegios, centros educativos profesionales y agrícolas para ellos.

Según estadísticas de la época, cuando el joven Don Bosco llegó a Turín en noviembre de 1841 había 7148 niños menores de 10 años empleados como constructores, sastres, carpinteros, pintores de brocha, limpiadores de chimeneas y muchos otros oficios, en los que tenían que trabajar hasta 14 horas por pobres salarios de máximo 30 liras semestrales de la época.

Por su parte, las cárceles turineses estaban atestadas de muchachos, incluso de 12 años en condiciones de hacinamiento. Así, el joven sacerdote se dejó interpelar por esta realidad y rechazó numerosas ofertas que le hubieran podido garantizar una vida de bienestar y tranquilidad entre la burguesía de la ciudad.

Don Bosco murió en 1888. El Papa Pio XI  lo canonizó en 1934, 46 años después de  su muerte. En 1935 lo declaró Santo Patrono y protector de la niñez y juventud de la República Mexicana, además de ser nombrado patrono de los que difunden buenas lecturas e impresores católicos. Juan Pablo II  lo declaró «Padre, maestro y amigo  de la juventud».

El amor como principio de la educación

Don Bosco desarrolló un moderno sistema pedagógico conocido como «Sistema Preventivo», para distinguirlo del sistema educativo represivo que prevalecía en la Italia del siglo XIX, para la formación de los niños y jóvenes.

Solía decir: «no basta amar a los jóvenes. Es necesario que ellos mismos se den cuenta que son amados». Este amor debe ser exigente, como el de padre, para que estimule a la superación e impulse continuamente al logro de las metas e ideales, pro también, como el amor materno, debe ser gratuito, sereno y alegre, para que proporcione el gusto por vivir, por darse y por servir.

Su prestigio como sacerdote y como educador de los jóvenes necesitados o en riesgo, le valieron el respeto de las autoridades civiles y religiosas de su tiempo y de su país, así como una notable fama en el extranjero. Sus obras fueron requeridas directamente por jefes de estado y autoridades eclesiásticas de países. A México llegaron los salesianos,sus hijos y herederos hace más de 120 años, y el espíritu de Don Bosco pronto arraigó en esta tierra nuestra.

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