Este poema de Luís Alvarez Lencero surgió como un grito de libertad en aquellos años difíciles del siglo pasado. ¿La conseguimos?
La libertad no se reduce a una serie de conquistas que, aun en el mejor de los casos, no llevan consigo seguro de permanencia. La libertad es tarea de hoy, de siempre, de todos los tiempos.
Trigo de Libertad
En los vientres en flor de cada madre,
en la leche espumosa de sus pechos,
y en el niño que duerme entre sus brazos
busco la Libertad.
En el taller, en la mina y en la fábrica,
en el campo, en el mar y en el andamio,
y en todo aquél que su espinazo dobla
escribo Libertad.
En los hombres con callos en la frente
que matan la incultura de los pueblos
con el arma empuñada de los libros
brilla la Libertad.
Por tantos cuellos que soportan yugos,
y manos y tobillos con cadenas,
y lenguas y cerebros con cerrojos
grita la Libertad.
Nadie puede matarla, encarcelarla,
estalla como el trigo si se pudre,
en el hombre que entrega cuanto tiene
canta la Libertad.
Qué vergüenza ser hombre cuando empuña
la sartén por el mango el amo tigre,
y golpea padremente contra el débil,
contra la Libertad.
Pisoteada la veo, es nuestra madre.
La libertad mojada de los peces.
La libertad del vuelo, asesinada.
La Libertad…
De flor y yerba y río, nube y viento,
y mar como una inmensa amarga lágrima
puesta a secar al sol de los fusiles,
la Juana Libertad.
Deja al hombre en su sitio, dignamente,
porque tú lo has parido y hecho carne,
por los surcos de los surcos, alma y hueso,
trigo de Libertad.
Y mañana los hijos de tu vientre
llevarán en sus bocas tu alegría,
ya que nosotros al morir decimos:
Viva la Libertad.
Letra: Luis Alvarez Lencero
Música e interpretación: Juan Antonio Espinosa
La grabación, junto con 40 canciones más, se encuentra en el Doble CD «Cantares de Libertad» (EDIBESA // www.edibesa.com)
