Antes del rezo mariano del Ángelus de este domingo 16 de febrero, el Papa Francisco reflexionó con los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, acerca del Evangelio de hoy, que versa sobre “la actitud de Jesús con respecto a la Ley judía”.

El Santo Padre dijo que Jesús no quiere anular los mandamientos de Moisés, sino que quiere llevarlos a su plenitud, a su cumplimiento, a su perfección: a una justicia superior, a una observancia más auténtica. Y esta justicia superior, ha dicho el Papa, consiste en amar al prójimo. Una actitud tan fundamental, que Jesús llega a afirmar que nuestra relación con Dios no puede ser sincera si antes no nos pacificamos con nuestro vecino.

Por lo tanto, ha explicado el Santo Padre, Jesús llega a la raíz de la Ley, a la intención, al corazón del hombre, donde se originan nuestras acciones buenas o malas. Para obtener un comportamiento bueno y honesto no son suficientes las normas jurídicas, ha dicho el Papa, sino motivaciones profundas, expresión de una sabiduría oculta, la Sabiduría de Dios, que se pueden recibir gracias al Espíritu Santo.

A la luz de esta enseñanza, todos los mandamientos revelan su pleno significado como una exigencia de amor, y todos se reúnen en el gran mandamiento: amar a Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo.

 

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