Por Luis Fernando Valdés |

El Papa ha tenido una intervención de primera magnitud contra la violencia. Se dirigió a la mafia italiana. Francisco los exhortó a arrepentirse… pero por si acaso, los amenazó con el infierno. ¿Cuál es el alcance de este gesto?

Un poco de historia. La mafia en Italia ha sido un flagelo, pues en las últimas décadas ha cobrado numerosas víctimas, quizá la más famosa de ellas fue el zar antimafia Giovanne Falcone, que fue asesinado junto con su mujer y todos sus escoltas, en 1992.

Cada año, desde 1962, el 21 de marzo (primer día de la primavera) “Libera”, que es una red de asociaciones italianas de familiares de las víctimas de la mafia, recuerda en todo el país a las personas inocentes asesinadas por el crimen.

Previamente a la reunión de este año, el fundador de esta red, el padre Luigi Ciotti, tuvo una audiencia con el Pontífice. Él mismo lo cuenta así: “cuando pude ver a Papa Francisco le expresé el deseo de muchos, de muchas familias de víctimas de la mafia (…), y le pregunté si podría participar en este momento de oración que llevamos a cabo cada año. El Papa no dudó en decir: ‘Voy’, con mucha sencillez y afecto.” [Nota]

Durante el encuentro, celebrado en una parroquia cercana al Vaticano, el Pontífice pronunció un mensaje marcado por el tono de una petición amable, por una parte; pero también con una clara condena hacia los mafiosos.

Francisco les dijo: “Su poder está ensangrentado, por favor, conviértanse, dejen de hacer el mal”. El Papa se dirigió a los “grandes ausentes [en esta reunión] de hoy, pero protagonistas: los hombres y las mujeres mafiosos”, y los exhortó así: “¡Cambien de vida! ¡Conviértanse! ¡Dejen de hacer el mal! Nosotros rezamos por ustedes: conviértanse, se lo pido de rodillas, es por su bien”

Luego de esa amable moción, el Santo Padre les hizo una severa advertencia: “Esta vida que viven no les dará felicidad, alegría. El poder y el dinero que tiene ahora de muchos negocios sucios, de los crímenes mafiosos, son dinero ensangrentado, poder ensangrentado, no podrán llevarlo a la otra vida”. [Discurso]

Y por si no fueran suficiente argumento la llamada a la conversión y la advertencia de que el dinero mal habido nos los hará felices, el Papa les recordó la realidad del castigo eterno: “conviértanse, todavía pueden no acabar en el infierno, que es lo que les espera si no cambian de camino”.

Finalmente, el Santo Padre les puso un punto de referencia que los puede ayudar a cambiar de vida: recordar que ellos alguna vez han sido amados desinteresadamente. Les dijo: “ustedes tuvieron un papá, una mamá; piensen en ellos y conviértanse”.

El Papa argentino, que es un hombre de signos elocuentes, como su cercanía a los enfermos y a los marginados sociales, mediante su participación en esta reunión, ha enviado una serie de mensajes a todo el mundo:

1) El Papa reafirma el valor de las víctimas de la violencia, que con frecuencia son olvidadas y quedan sólo como una mera cifra, sin un nombre, sin un rostro; 2) Una autoridad moral mundial da la cara para pedir el fin a la violencia; y 3) nos recuerda que la violencia no es normal, que no es opción para ganarse la vida.

Ante el triste clima de violencia que se vive en nuestro País, este mensaje del Santo Padre se hace urgente, pues necesitamos que la “conciencia colectiva” no olvidé que los familiares de las víctimas siguen sufriendo y requieren ayuda; y también porque requerimos que los jóvenes y los desempleados tengan claro que nunca se justifica ganar “dinero ensangrentado”.

lfvaldes@gmail.com

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