El Observador |

«Tendemos a olvidar  que los migrantes son, antes que nada, seres humanos y no una cuestión económica o social», señaló monseñor Eusebio Elizondo, obispo auxiliar de Seattle y presidente del Comité para las Migraciones de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), al anunciar que un grupo de obispos de vecino país del norte hará una peregrinación al desierto de Nogales, Arizona, lugar donde han muerto más de 6000 migrantes mexicanos y centroamericanos desde 1998, al intentar ingresar a los Estados Unidos.

«Todos los que han muerto en el desierto de Arizona y todos los que son deportados todos los días tienen el mismo valor y la misma dignidad que ha dado Dios a cada persona, aunque pretendamos ignorar sus sufrimientos y sus muertes. La frontera entre Estados Unidos y México es nuestra Lampedusa», enfatizó monseñor Elizondo, aludiendo al lugar en el que el Papa Francisco se reunió con los migrantes africanos que llegan a Europa.

La USCCB anunció que el 30 de marzo y el 1° de abril el Comité para las migraciones visitará una de las zonas en las que se levanta el muro que trata de contener la inmigración clandestina desde el territorio mexicano y que se ha convertido en un signo de vergüenza para la raza humana.  La iniciativa en Nogales pretende llamar la atención sobre el fenómeno y favorecer el respeto a los derechos y dignidad de las personas que se ven en la necesidad de abandonar sus países para buscar una mejor calidad de vida para sus familias.

En la peregrinación participarán junto con el Comité de migraciones el Cardenal de Boston Sean O’Malley y los obispos de las diócesis que se encuentran a lo largo de la frontera, entre ellos el de Tucson, Gerald Kicanas, bajo cuya jurisdicción se encuentra Nogales. «El gesto se inspira directamente en la visita que llevó a cabo Papa Francisco en la isla de Lampedusa el 8 de julio del año pasado», ha señalado la USCCB.

Al presentar las iniciativas, el obispo Elizondo hizo referencia a las palabras sobre la «globalización de la indiferencia» que pronunció Papa Francisco justamente en la isla del Mediterráneo: «Nos mostramos indiferentes cuando minimizamos o ignoramos este sufrimiento y estos muertos, como si estas personas no se merecieran nuestra atención. Es un comportamiento que nos avergüenza como nación».

La peregrinación de los obispos estadounidenses tiene también por objeto seguir impulsando el proyecto de una Reforma migratoria más humana y justa para  los más de once millones de personas que viven de manera indocumentada en el país.

La USCCB se ha expresado a favor de la reforma. En noviembre del año pasado el cardenal Timothy Dolan, entonces todavía presidente de los obispos estadounidenses, escribió una carta abierta al Congreso, en la que sostenía que la cuestión de la inmigración «es un tema de enorme urgencia moral que no puede esperar más».

 

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