Este domingo III de Cuaresma, el Papa Francisco dijo, ante la multitud congregada en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus, que “estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y dar testimonio a nuestros hermanos, de la alegría del encuentro con Jesús y las maravillas que su amor, realiza en nuestra existencia”.

El Santo Padre reflexionó sobre el evangelio que se ha leído en la liturgia dominical: “La mujer samaritana fue a buscar agua del pozo y encontró en Jesús el agua viva de la misericordia; encontró lo que buscaba desde siempre, y volvió a los que la juzgaban y rechazaban para anunciarles que había encontrado uno que le ha cambiado la vida”.

“Jesús pide a la samaritana que le de beber. Con esto “supera las barreras de hostilidad… y rompe los esquemas del prejuicio frente a las mujeres”. Jesús le pide de beber para poner en evidencia “la sed que había en ella misma», señaló Francisco.

El Papa expresó que “En este Evangelio encontramos también nosotros el estímulo para “dejar nuestro cántaro”, símbolo de todo lo que aparentemente es importante pero que pierde valor frente al “amor de Dios”, que “ha estado derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”.

Después de la oración del Ángelus el Papa invitó a pedir por todas las personas golpeadas por la tuberculosis y por cuantos las sostienen de diversos modos y exhortó a participar el próximo viernes y sábado en la celebración penitencial que se realizará en muchas diócesis y parroquias del mundo. “Será una fiesta del perdón”.

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