CRÓNICA: VIAJE PAPAL A TIERRA SANTA |

En la segunda etapa de su peregrinación por Tierra Santa, el Papa Francisco llegó este domingo a Belén, donde se reunió con el Presidente del Estado de Palestina, Mahmoud Abbas. En esta histórica ciudad hizo un nuevo llamamiento para redoblar “los esfuerzos y las iniciativas para crear las condiciones de una paz estable, basada en la justicia, en el reconocimiento de los derechos de cada uno y en la recíproca seguridad”.

El Santo Padre recordó que “desde hace decenios Oriente Medio vive las dramáticas consecuencias de la duración de un conflicto que ha causado heridas difíciles de cerrar y que, incluso cuando afortunadamente no se desata la violencia, la incertidumbre de la situación y la incomprensión de las partes producen inseguridad, negación de derechos, aislamiento y éxodo de comunidades enteras, divisiones, carencias y sufrimientos de todo tipo”.

Expresó la cercanía “a cuantos sufren en mayor medida las consecuencias de este conflicto, deseo decir que, por el bien de todos, ya es hora de poner fin a esta situación, que se hace cada vez más inaceptable”. Y aseguró que es el tiempo propicio para “que todos tengan la audacia de la generosidad y creatividad al servicio del bien, el valor de la paz, que se apoya en el reconocimiento, por parte de todos, del derecho de dos Estados a existir y a disfrutar de paz y seguridad dentro de unos confines reconocidos internacionalmente”.

Francisco invitó a evitar “iniciativas y actos que contradigan la voluntad expresa de llegar a un verdadero acuerdo y que no se deje de perseguir la paz con determinación y coherencia”; y aseguró que la paz traerá “incontables beneficios para los pueblos de esta región y para todo el mundo”. Por eso animó a los las autoridades  palestino e israelí, a “emprender este feliz éxodo hacia la paz con la valentía y la firmeza necesaria para todo éxodo. La paz basada en la seguridad y la mutua confianza será el marco de referencia estable para afrontar y resolver los demás problemas y una ocasión para un desarrollo equilibrado, que sirva de modelo para otras áreas en crisis”.

El Santo Padre reconoció y animó a la comunidad cristiana para que ofrezca “su significativa contribución al bien común de la sociedad y que participa de las alegrías y sufrimientos de todo el pueblo. Los cristianos desean seguir desempeñando este papel como ciudadanos de pleno derecho, junto con los demás ciudadanos a los que consideran como hermanos”.

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